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El consumidor ya paga gasolina, gas y luz a precios de antes de la guerra

El consumidor ya paga gasolina, gas y luz a precios de antes de la guerra

El precio de la luz para los clientes del mercado regulado (PVPC) en España se situó en la última semana en 160 euros MWh, un 48% por debajo del marcado antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania.

El término fijo de la factura de quienes tienen tarifa regulada (TUR1) en el suministro de gas ha pasado de 31,2 euros en enero de 2021 a los actuales 5,1 euros, tanto por la caída del precio del gas como por las ayudas públicas. En el caso de la gasolina y el gasoil (ya sin ayudas públicas), el precio del litro ha caído un 22% en el caso de la gasolina y un 25% en el del gasoil, y ambos se pagan en torno a dos céntimos por debajo del precio anterior al estallido de la guerra. La bajada de los precios de la energía se está notando en la inflación, que en el mes de mayo se situó en el 3,2%, el nivel más bajo desde julio del 2021.

España no es una excepción. Los precios promedio del gas y del petróleo en Europa durante el mes de mayo se han situado en su nivel más bajo desde el 2021, según el último análisis de la consultora Aleasoft. Los bolsillos de todos los europeos ya están notando la caída de precios energéticos en los mercados internacionales.

La gran duda que arrecia:¿Han perdido los mercados el miedo a la guerra? Las bombas continúan cayendo sobre Ucrania y ya también sobre territorio ruso amenazando con una escalada del conflicto bélico que no se refleja en el frente energético. ¿Se trata, entonces, solo de una tregua o es que ambas contiendas se han desacoplado?

¿Han perdido los mercados el miedo a la guerra?

 “Es difícil hacer previsiones en un contexto tan volátil como el actual. Cualquier excusa puede servir para disparar de nuevo los precios”, apunta Luis Deza, director de Energía en la consultora Mazars.

Ningún analista es capaz en este momento de poner la mano en el fuego para asegurar que esta “paz energética” sea duradera. “Hay una situación muy extraña en los mercados, nadie descarta que cualquier día el estallido de algún dron en algún sitio estratégico pueda, de nuevo, desatar el pánico. Vigilamos continuamente el día a día y si todo sigue igual esperamos que la tendencia continúe en el verano, porque a nosotros nos favorecen más estos precios bajos que los altos, que hacen que la demanda se desplome”, reconoce Nacho Rabadán, director general de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES).

Sorpresas aparte, la clave de esa “paz energética” está más allá del contexto geopolítico. A su favor ha corrido y correrán las condiciones atmosféricas. Que ahora haya menos tensión en la cotización del gas y el petróleo tiene, en parte, que ver con las suaves temperaturas del invierno. Tras el acopio de inventarios realizado el año pasado ante el temor a desabastecimientos, el moderado invierno ha permitido no gastar todo lo acumulado, por lo que ahora hay que hacer menores compras de cara al próximo invierno y las temperaturas de ese periodo influirán directamente en la demanda.

En cualquier caso, el miedo a la falta de suministro se ha desinflado. “El 40% del gas que llegaba a Europa en el 2021 procedía de Rusia. No hay gas natural licuado (GNL), el gas que se transporta en barco y no a través de tuberías, en el mundo para compensar un cierre del grifo de Putin. Ese era el temor que no se llegó a cumplir”, explica Luis Deza.

En Europa las grandes industrias demandantes de gas, sobre todo en Alemania y Polonia, lo sustituyeron por carbón. A ello se ha sumado que el despertar de China de la pandemia no fue tan fiero como se esperaba. China, junto a Corea del Sur y Japón, son grandes consumidores de GNL, pero la recuperación de la actividad en la gran potencia asiática tras la pandemia está siendo más lenta de lo esperado.

 “Crece un 2,5%, lejos de la media del 6% a la que solía crecer. Pero no solo China crece menos. También está apostando más por sustituir el gas por carbón y sobre todo por energías renovables. Con lo que la esperada vuelta al consumo anterior a la pandemia cada vez es menos probable”, apunta Deza.

Y es precisamente en esas energías renovables en las que más esperanza pueden poner los consumidores para que sus facturas continúen a la baja. China es el primer inversor del mundo en proyectos que desarrollan la eólica marina. 

El plan de respuesta a la guerra de Ucrania también ha puesto el foco en el impulso de las energías renovables con ingentes cantidades de dinero para su desarrollo. Al igual que ha ocurrido en España, donde en el pasado mes de mayo se han registrado producciones históricas tanto en fotovoltaica como en eólica.

El petróleo y Rusia son otros de los componentes de esta peculiar partida de Risk energética. El precio del barril de crudo Brent, de referencia en Europa, ha caído un 17% desde abril de este año. Está en torno a los 75 dólares, muy lejos de los más de 100 que llegó a marcar en el momento más álgido de la guerra. El miedo a la contracción económica en Estados Unidos y la escalada de tipos de los bancos centrales aprietan a la baja la cotización del crudo.“Los países de la OPEP llevan meses intentando equilibrar el mercado con recortes de producción, pero ni ellos cumplen con el recorte ni tampoco Rusia, que sigue sacando al mercado su producción pese al veto europeo, a través sobre todo de Turquía”, explica Inés Calderón, portavoz de la Asociación de Exportadores de Petroleo (AOP).

Ayer, la OPEP y Rusia acordaron extender la actual reducción de oferta de 40,46 millones de barriles al día hasta finales del 2024, sin recortes adicionales. Está por ver si cumplen, aunque parece complicado que Rusia se cierre el grifo para la financiación de la guerra.

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