El litro de aceite de oliva virgen extra de marca blanca en la web de una cadena de gran distribución está hoy a 5,5 euros. Un producto cuyo precio ha subido un 30,5% en el último año, y acapara titulares cuando se trasladan los efectos de la inflación a la cesta de la compra. Ni la bajada del IVA al 5% ha tenido apenas efecto para contener la escalada. El comentario que se suele añadir a continuación es que alguien se está haciendo rico con esta subida. Sin embargo, todos los eslabones de la cadena que llevan el producto del árbol a la mesa lo niegan. El actual precio de venta al público es el resultado de la escasa disponibilidad y del incremento de los costes, no de los márgenes, insisten las fuentes consultadas entre productores, industriales, envasadores y distribuidores. Es más, aseguran que parte del incremento de los costes han sido asumidos en los distintos eslabones de la cadena, amortiguando los efectos en el consumidor o, como mucho, haciendo un mero «pass-through» de costes.

La situación de partida es la de peor cosecha del siglo por la sequía. Los aforos esperaban una producción de 780.000 toneladas en España, menos de la mitad del año pasado, y se ha quedado finalmente en 665.000. Así que hay una fuerte tensión sobre el precio en origen. Con una consideración añadida: no está lloviendo como para que se puedan tener esperanzas en la campaña próxima.

Costes y márgenes tradicionales

¿Cómo se reparten costes y márgenes en el mercado del aceite de oliva? 

En la publicación La Olivicultura Internacional, de la Fundación Caja Rural de Jaén, los profesores Juan Vilar y Jorge E. Pereira analizaban la relación costes/precio en toda la cadena de valor en 2018. Con un precio de venta al público medio de 4 euros, los costes sumaban 2,1 euros, y los márgenes totales para repartir en toda la cadena sumaban 1,9 euros.

El agricultor soporta el grueso de los costes. De media, obtener las aceitunas necesarias para producir un kilo de aceite le suponía ese año, 2018, entre 1,05 euros en una plantación superintensiva, 1,35 en una intensiva y hasta 2,15 euros en un olivar tradicional. El grueso de la producción española está aún en tradicional e intensivo. Así que los costes medios en el primer eslabón están notablemente por encima de 1,35 euros el kilo.

Ese año el coste industrial en las almazaras era, de media, 8 céntimos por kilo de aceite obtenido.

El de los envasadores, indica el estudio, era de 50 céntimos.

El de la distribución 20 céntimos.

Y entre todos se repartían esos 1,9 euros por kilo de beneficio medio, con el aceite en los lineales a un precio medio de 4 euros por kilo. Normalmente, explican Juan Villar y Jorge E. Pereira en su estudio, en ciclos de baja producción el reparto de la renta suele beneficiar a los agricultores, y en contextos de mucha producción a los envasadores y distribuidores.

Situación actual

Pero eso era en 2018. El PoolRed, sistema de referencia en los precios del aceite, marcaba la semana pasada una cotización en origen de 5,5 euros en ventas a granel para el virgen extra. Prácticamente el mismo precio que en el lineal (aunque ese aceite ya en el supermercado fue adquirido anteriormente con la cotización ligeramente más baja). Con esos registros, ¿alguien está especulando e incrementando sus ganancias?

Los datos dicen que no.

En los 5,5 euros por kilo en origen actuales están ya incluidos los márgenes del agricultor. ¿Ha incrementado este eslabón sus ganancias desde 1,35 euros por kilo de costes hasta esos 5,5? En el último año los agricultores, según datos facilitados por organizaciones agrarias, han sufrido incremento en el precio de los abonos del 150%, del coste de los riegos en un 35%, del gasóleo agrícola de un 73%, y de la energía eléctrica de un 270% en algunos momentos del año. Los costes laborales también se han incrementado por la subida del SMI y el alza de los convenios sectoriales.

Para plantaciones poco mecanizadas la campaña actual sale a pérdidas

La evolución interanual de costes y precios de la cadena agroalimentaria a octubre de 2022 muestra un menor crecimiento en los eslabones «aguas abajo» de la cadena de valor Los precios percibidos por el agricultor suben en menor medida, 23,7%, que los precios pagados por los bienes y servicios agrarios, 33,6%, sus inputs de coste.

Las organizaciones agrarias insisten en que el incremento de costes se ha comido los márgenes de beneficio para el agricultor. Y además la producción ha caído tanto que sus ganancias tampoco llegan por el volumen. Los números salen a pérdidas, incluso, para los oleicultores menos avanzados tecnológicamente o que gestionan olivares en pendiente y de secano (muchos olivares en estas condiciones ni se han recogido este año).

La industria

El IPOD es el índice entre los precios de origen, o precios pagados al agricultor, y los precios en destino, medido en «número de veces» En aceite de oliva, con datos de noviembre 2022 marcaban 1,13 veces. Con el modelo de 2018, sus costes eran de unos 80 céntimos por kilo de aceite. Ahora el agricultor suelta el aceite a más de 5 euros y en lineal está en 5,5.

Para las almazaras, la situación no es fácil. La energía es uno de sus principales inputs, y este año han trabajado con tarifas disparatadas. Además, no ha funcionado la economía de escalas: lo escaso de la cosecha hace que ni siquiera obtengan beneficio por volumen de aceituna molturada aunque sea con márgenes mínimos. La campaña les sale con muy escasa ganancia o hasta pérdidas. Buena parte de este eslabón de la cadena es cooperativista, sobre todo en Andalucía (dos tercios de la producción, prácticamente). Así que esta fase industrial puede trasladar incluso números rojos a las ya menguadas rentas de los agricultores.

El coste de la energía, los salarios y el impuesto al plástico presionan al sector industrial

Los envasadores también encuentran complicaciones. Les afecta el precio de la energía, y muy específicamente el nuevo impuesto al plástico, en vigor desde el 1 de enero, con una repercusión en la industria agroalimentaria de unos 690 millones de euros, de los que parte recaen en el aceite de oliva. El Gobierno se ha negado a posponer la entrada en vigor del nuevo impuesto, que también presiona al alza el precio.

El IPRI, indicador de los precios industriales, sube un 16,4%, por debajo de los precios percibidos, que son los inputs de coste de materia prima industrial.

La distribución

La distribución, señalada tradicionalmente por los agricultores como el eslabón de la cadena con más poder para marcar condiciones, también tiene su negocio afectado en cuanto al aceite: gana dinero con márgenes cortos (entre el 1 y el 3%) operando con grandes volúmenes y marcas blancas. Sin embargo, esta campaña se da por descontada una pérdida de consumidores finales por el encarecimiento del precio, en establecimientos también afectados por el incremento de costes de energía, salarios y otros..

En campañas de producción alta la distribución suele tener la sartén por el mango. Pocos y grandes distribuidores imponen condiciones a muchos pequeños y medianos productores, nerviosos por dar salida a depósitos llenos de aceite. Este año las condiciones son inversas.

La distribución combate con datos el sambenito de que ha aumentado sus márgenes en esta crisis

La coyuntura no es buena para la distribución como último eslabón de la cadena. El que marca finalmente el precio de venta al público. En el aceite de oliva se trabaja con la premisa de que si se alcanzan ciertos niveles el consumidor huye hacia otras grasas más baratas y las botellas se quedan en los lineales. Y ya está ocurriendo, a pesar de que la grasa de girasol también cotiza muy alta por la guerra en Ucrania.

Álvaro González Zafra, director general de la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA), explica que «cada eslabón ha sufrido un incremento de sus costes, en una situación que nos afecta a todos con matices diferentes. Y el resultado final de ese incremento se refleja en el precio, marcado además por la escasez y la exportación», a la que va el 70% del aceite español. González Zafra señala que las cifras demuestran que el sector de la distribución no está especulando ni aumentando sus márgenes con el aceite.

El mercado nacional

Dada la escasa producción, los datos del mercado descartan movimientos de especulación, y sí apuntan a que los primeros eslabones de la cadena están simplemente asegurando sus posiciones para la campaña, que dura hasta octubre. En los primeros meses de comercialización de la cosecha recién cogida, se han producido salidas de aceite desde las almazaras de 86.000 toneladas en diciembre, 56.000 en enero y 58.000 en febrero. Hay disponibles 738.810 toneladas que se reparten entre los industriales envasadores, con 266.051 toneladas, las almazaras con 462,550 toneladas y unas 10.000 toneladas en el Patrimonio Comunal Olivarero. Eso para cubrir demanda interna y sobre todo exportaciones.

En un mercado global, se estima que la demanda mundial de aceite es de 3,2 millones de toneladas. Expertos como el profesor Juan Vilar ya avanzan que puede producirse una situación inédita en la historia, y es que se llegue al desabastecimiento a nivel internacional si sigue sin llover con intensidad y la próxima campaña, a la que se llegará prácticamente sin enlace, no sea buena.

Así que se ha llegado a una situación en la que nadie de la cadena del aceite gana. Y el consumidor también pierde.