El Parlamento Europeo ha reclamado este jueves a la Comisión y los Estados miembro que tomen medidas contra la sobreproducción y el consumo excesivo de ropa y calzado para luchar contra el fenómeno conocido como ‘fast fashion’.

Y es que según la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, solo por detrás de las petroleras, dejando datos tan llamativos como que para fabricar unos vaqueros, se gastan unos 7.500 litros de agua, aproximadamente lo mismo que bebe una persona adulta en ocho años.

Desde el organismo europeo han pedido a los gobiernos una serie de medidas para que los recursos textiles duren más y sean más fáciles de reparar, reusar y reciclar; alientan a que se prohíba la destrucción de prendas que se devuelven o no se venden; que se obligue a la industria a respetar los derechos humanos y laborales de sus trabajadores; y recomiendan que se limite la producción.

Además, invitan a los consumidores a que se informen mejor para evitar que caigan en la dinámica de una industria que produce en masa de forma ultrarrápida, al ritmo de una nueva temporada cada seis días, de forma que el consumidor no para de comprar ropa que apenas utiliza.

Indican que toda esta situación tiene consecuencias nocivas en diferentes ámbitos, ya que, además del conocido impacto sobre el planeta y los derechos de la mano de obra barata que fabrica estas prendas, vestirlas puede acabar perjudicando la salud por los compuestos tóxicos de los que están hechas.

La responsable de la campaña de consumo de Greenpeace, Celia Ojeda, ha explicado que estas sustancias tóxicas se encuentran en las prendas «a niveles por encima de lo legalmente permitido» y se ha quejado de que estos productos «se acumulan en el medioambiente generando problemas en especies de peces, pájaros y animales que están en los ciclos del agua».

Esta contaminación de la cadena hídrica afecta directamente a los países en los que se fabrica, sufriéndolo así sus poblaciones cada vez que se bañan, lavan o crían peces en los ríos contaminados.

Según datos de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil, en España se desechan doce kilos de ropa por persona al año, que terminan, en su mayoría, en África y Asia. Las mayores cantidades se exportan, por este orden, a Togo, Emiratos Árabes, India y Pakistán.