La realidad es, prosigue la encuesta realizada, que el 71 por ciento de las familias con hijos de 13 a 17 años reconocen que es más difícil establecer normas sobre internet a medida que los hijos crecen. Esto se debe a que, en general, las familias están más informadas sobre las actividades en línea de sus hijos cuando son más pequeños, pero esta atención y supervisión disminuyen notablemente a medida que los hijos entran en la adolescencia, llegando a mínimos para la franja de edad comprendida entre los 13 y los 17.
En este sentido, la psicóloga Laura Cuesta Cano, profesora de la Camilo José Cela, ha recordado en esta cita que «esas conversaciones tienen que empezar a edades cada vez más tempranas, en un mundo en el que cada vez les damos la tecnología antes. No podemos obviar que las tabletas vienen con conexión a internet y eso supone ya un riesgo. Es por este motivo que tenemos que tener esas charlas antes de que empiecen a tener la tecnología incluso». Tal y como indica Cuesta Cano, «nos pueden ayudar los cuentos, o multitud de recursos multimedia, para iniciar ese diálogo adecuadamente, siempre adecuado a su madurez».
Sobre todo, ha advertido, «porque luego llega la adolescencia y parece que dejamos de ser sus referentes, aunque esto no sea así. Tenemos que estar ahí, intentar crear ese espacio seguro, que siempre haya confianza… Para lograrlo hay que trabajar la escucha activa. Es decir, seguir escuchando con la suficiente empatía para que nos puedan seguir haciendo ‘esa’ pregunta sin enjuiciar. Nos pueden decir lo que hacen y lo que no hacen… nos van a decir cosas que a veces no nos va a gustar oír… para eso tenemos que conocer qué les gusta, a quién siguen, desde una escucha activa, sin juzgar».
El equilibrio es la clave el problema está, ha corroborado a su lado el psicólogo y creador de contenido Alberto Soler, «que hacemos una dicotomía entre el mundo digital y el analógico. Cosas que no toleraríamos en el mundo 1.0 pero por desconocimiento en el mundo digital, sí. Al equilibrio se llega estando presentes también en ese aspecto, igual que les acompañamos al colegio el primer día, estamos con ellos en cumpleaños y parques cuando son pequeños…».
En ese acompañamiento Eulalia Alemany, directora de proyectos educativos y sociales de Fundación Fad Juventud, ha considerado fundamental «educar con el ejemplo: No podemos gestionar unas normas familiares o poner una serie de requisitos si después somos los padres los primeros que no vamos a cumplir».
Así, ha añadido, «si queremos proteger el diálogo alrededor de la mesa, nosotros también tendremos que apartar los móviles. Igual que si queremos fomentar los buenos hábitos alrededor de la mesa tendremos que predicar con el ejemplo. Una idea que puede servir es el ‘toque de queda digital’, donde ningún miembro de la familia va a utilizar el móvil a partir de ese momento, o el hecho de cargar todos los dispositivos en una estación ubicada en una zona común. El hecho de no poner normas diferenciadas da mucha fuerza a esas normas que estamos poniendo. Porque lo que es bueno para ellos es bueno para nosotros y al revés».
Con la llegada de la adolescencia, el uso de la tecnología, internet y las RRSS, son considerados como el principal motivo de discrepancia para casi la mitad (47,7 por ciento) de las familias con hijos adolescentes. Además, 3 de cada 10 adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años no hablan con nadie sobre lo que hacen en internet y 4 de cada 10 no hablan con nadie sobre ciberseguridad o sobre cómo comportarse online.
En cuanto a las herramientas de apoyo, el informe de Google apunta que el 43 por ciento de las familias utiliza herramientas de control parental y conoce los centros de ayuda de seguridad digital. En cualquier caso, desde la organización han querido recordar la existencia de recursos disponibles para todos como ‘family link’, la ‘búsqueda segura’, que filtra o desenfoca contenido explícito de los resultados de búsqueda, YouTube Kids o las ‘Experiencias Supervisadas en YouTube’.
Además, reconociendo la importancia de abordar estas preocupaciones de las familias, desde Google han destacado que YouTube ha trabajado para garantizar el bienestar y la salud de los jóvenes, que hoy se traduce en la presentación de salvaguardias adicionales para las recomendaciones de contenido para adolescente, «sin dejar de permitirles explorar los temas que les gustan».
