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Incluso el consumo moderado de alcohol aumenta el riesgo de demencia, según un nuevo estudio

Incluso el consumo moderado de alcohol aumenta el riesgo de demencia, según un nuevo estudio

El mito típicamente español de que una copa de vino al día resulta saludable no es cierto: el consumo de alcohol, en cualquier cantidad, incrementa de manera significativa el riesgo de padecer problemas tan variados como accidentes de tráfico, cáncer o enfermedades cardíacas o trastornos hepáticos. Ahora, según una nueva investigación, el alzhéimer y la demencia se suman a esta lista de posibles consecuencias que incluso la ingesta moderada de alcohol podría tener.

Así lo explica un artículo publicado en la revista académica eClinicalMedicine, perteneciente a The Lancet, que concretamente detalla que existe una relación linear entre la cantidad de alcohol que se consume y el riesgo de desarrollar demencia.

Diferentes cantidades de alcohol y sus efectos

Hay que aclarar que ya se sabía que el consumo elevado de alcohol de manera habitual se asociaba al riesgo de demencia, si bien existía cierto debate en torno al efecto que podrían tener patrones más moderados o leves. Por ello, con la intención de clarificar este punto, los investigadores consultaron datos recogidos en la base UK Biobank de 313,958 consumidores del Reino Unido.

Estos participantes no tenían diagnóstico de demencia durante la recolección inicial de datos entre los años 2006 y 2010, momento en el que reportaron sus hábitos de consumo de alcohol y proporcionaron a la base de datos información genética.

Posteriormente, se realizó un seguimiento de su estado de salud hasta el año 2021, en el que se prestó especial atención a cualquier diagnóstico de demencia (un grupo de patologías en el que el alzhéimer es con diferencia la más común).

No hay consumo seguro

La manera de relacionar esta información fue practicar, por un lado, un análisis estadístico convencional y, por otro, un estudio de aleatorización mendeliana (una técnica que tiene en cuenta factores genéticos para estudiar relaciones de causalidad entre un factor determinado y su impacto en la salud). De este método se derivó la mencionada relación linear entre el consumo de alcohol y el riesgo de demencia, lo que sugiere que no existe una cantidad segura de alcohol en lo que concierne al riesgo de padecer demencia.

Esta evidencia resulta lógica, si tenemos en cuenta que el alcohol es un depresor del sistema nervioso y que los pacientes con demencia tienen de base una función cerebral ligeramente suprimida. Además, el alcohol es una neurotoxina, lo que significa que puede causar atrofia celular e inhibir la neurogénesis (el ‘nacimiento’ de nuevas neuronas).

Como esta, cada vez son más las evidencias que desmienten la idea de que los consumos moderados de alcohol pueden tener efectos beneficiosos para las personas. Al final, el uso de la sustancia es una elección personal sujeta a un gran número de condiciones sociales y culturales; aún así, es importante ser conscientes de sus verdaderas consecuencias y no engañarnos a nosotros mismos yendo en contra de lo que dice la evidencia científica.

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