Los estados financieros consolidados que publica Aebanca, la patronal del sector financiero, y los resultados que las principales entidades del país difunden al comienzo de cada año muestran el peso de las comisiones en el negocio bancario español: los ingresos netos por ese concepto ascendieron a 181.802 millones de euros, una cifra claramente superior a los 73.261 que viene costando el rescate a la espera de que el Estado salga de Bankia-BMN, en la misma década (2011-2020) en la que sus resultados sumaron unos beneficios de 89.241 que, sin los recargos, habrían supuesto unas pérdidas de 92.561.
¿Cuáles son las comisiones más frecuentes para los consumidores?
Los bancos no cobran a sus clientes por todo, pero sí por muchas de las operaciones y gestiones que se realizan en sus oficinas y, cada vez con mayor frecuencia, a través de internet, que ya es el canal por el que circula más de la mitad del negocio.
Las entidades financieras aplican hasta siete tipos de comisiones sobre los depósitos y las cuentas: las de administración, en función de los apuntes, y de mantenimiento por «el servicio de caja básico» son las más frecuentes, aunque a ellas se les pueden añadir otras por los descubiertos, por sacar dinero en efectivo, por los impagos que se le reclaman, por cancelar depósitos antes de lo previsto y, también y en ocasiones, por enviar los extractos por correo.
Las hipotecas incluyen hasta diez tipos de comisiones, la aplicación de varias de las cuales ha sido declaraba abusiva por los tribunales, entre las que se encuentran una por devolver el préstamo antes de lo acordado (cancelación anticipada), otra por cambiar de titular, una más por pasar de tipo fijo a variable, denominada de «riesgo de tipo de interés» pese a penalizar al consumidor con un porcentaje del capital pendiente de amortizar, y, entre otras, algunas por el mantenimiento de las cuentas vinculadas al crédito, por acordar un cambio de condiciones con la propia entidad o, en su caso, por gestionar avales relacionados con la operación.
Las cinco que gravan los créditos al consumo y los préstamos personales son similares a varias de las anteriores: por liquidarlo antes de lo acordado, por acordar un cambio de condiciones con el mismo banco, por estudiar avales y por aplicarlos y por tramitar reclamaciones externas de deudas.
«Los bancos pueden poner el importe o precio que estimen oportuno, salvo en aquellas operaciones bancarias en las que estén limitados por norma» como en la cancelación anticipada de hipotecas y créditos al consumo, señala el Banco de España, que «no autoriza ni consiente, no puede denegar, ni limitar» su cuantía.
Sin embargo, eso no significa que antes de aplicarlas la entidad no deba cumplir unos requisitos mínimos como que el recargo responda a «servicios efectivamente prestados o gastos habidos», que estos hayan sido solicitados o aceptados formalmente por el cliente que va a pagarlos después de haber recibido esa información «personalmente y por anticipado».
«Tienen que estar relacionadas con un servicio; si no, son abusivas»; «si el banco va a incorporar un nuevo cargo tiene que informar al cliente con dos meses de antelación, ya que se trata de un cambio en las condiciones del contrato».
Así, si al abrir la cuenta corriente no nos comunicaron la existencia de una comisión que luego pretenden cobrarnos, podrá ser reclamada y, paralelamente, no se pueden duplicar por el mismo concepto los pagos al banco. Esto último ocurriría, por ejemplo, si la entidad financiera pretende cobrar al cliente que no cubre una cuota de la hipoteca la comisión por reclamación de posiciones deudoras y los intereses de demora que prevé el crédito. En estos casos, la comisión es indebida y por lo tanto puede reclamarse, anota.
La comisión por mantenimiento de la cuenta corriente este año ha tenido un renacimiento por parte de las entidades bancarias más importantes y que agrupan el mayor número de clientes, las cuales han abandonado la estrategia de ofrecer ese producto sin ellas y se han subido al carro de exigir cantidades por el mero hecho de tener la cuenta abierta en el banco.
A estas se les suman los recargos por operar en la ventanilla, un paso más para alejar a los clientes de las oficinas bancarias en un proceso que se superpone con el de la brecha digital que impide, o cuando menos complica, acceder a la operativa bancaria a los grupos demográficos de mayor edad y de menor renta.
Los bancos están reaccionando con subidas de comisiones a un euríbor históricamente bajo, situado por debajo del -0,5%, al tiempo que aplican recargos que el Supremo ha considerado abusivos como los de reclamación por descubiertos o los de riesgo de tipos de interés.
¿Todas las cuentas tienen comisiones?
No. Desde finales de 2017 existen las llamadas «cuentas de pago básicas» que están exentas de ellas , aunque su acceso queda restringido a quien cobre menos de 13.557 euros (dos Iprem) anuales si se trata de personas no integradas en unidades familiares, de 16.947 (2,5) para las de hasta cuatro miembros y de 20.336 (tres) para las numerosas o las que sin serlo incluyan a alguien con una discapacidad superior al 33%, además de que ningún integrante del grupo sea titular de ninguna propiedad aparte de la vivienda habitual ni de participaciones en ninguna sociedad. Se renuevan cada dos años si se mantienen las condiciones.
Están reservadas para personas con niveles económicos muy escasos y que no tengan otra cuenta abierta, pero sigue sin representar una alternativa real para los consumidores más vulnerables, ya que su aplicación se ve muy limitada a los que no son titulares de ninguna cuenta corriente.