Las pajitas de papel que iban a salvar el planeta son una pesadilla tóxica
Como suele pasar en algunos casos de evangelismo ecológico desenfrenado, las desagradables pajitas de papel y bambú que nos han vendido como alternativa perfecta contra el peligro medioambiental de las pajitas de plástico son un pufo. Un estudio belga demuestra que muchas de estas deleznables pajitas que se deshacen en tu boca mientras se calienta la limonada o el tinto de verano contienen PFAS, los cancerígenos compuestos químicos eternos que lo inundan todo por el aire, mar y tierra.
Los científicos belgas analizaron 39 marcas de pajitas hechas de papel, bambú, vidrio, acero inoxidable y plástico. 27 de ellas contenían PFAS, con las pajitas de papel siendo las más propensas a contener estas nocivas sustancias, detectándose en 18 de 20 marcas. Los PFAS son una familia de más de 12.000 químicos perfluorados. Son utilizados en la industria propiedades repelentes al agua y resistencia al fuego. El problema es que no se descomponen ni con el fuego del infierno y son altamente tóxicos para humanos, animales y el medio ambiente.
Qué han descubierto
El científico ambiental de la Universidad de Amberes Thimo Groffen, autor del estudio publicado este jueves en la revista científica revisada por pares Food Additives and Contaminant, afirma que no está claro si los fabricantes añaden intencionadamente PFAS a las pajitas como recubrimiento impermeable. Quizá, dice, los PFAS estén presentes de forma accidental durante el proceso de producción o que las pajitas de bambú contengan trazas de PFAS debido a que las plantas crecen en suelos contaminados.
La navaja de Occam probablemente apunta a la intencionalidad (fallida, por otra parte, porque estas pajitas no aguantan ni tres chupadas), pero Graham Peaslee, un experto en PFAS de la Universidad de Notre Dame que no ha participado en el estudio, señaló a la cadena norteamericana NBC que es posible que los fabricantes no estén probando la presencia de estos químicos en sus productos. «Todos los fabricantes de pajitas deberían preguntarse: ‘¿Usamos [PFAS]?’. Porque, en este momento, ni siquiera se están haciendo esa pregunta».
Aunque Groffen sostiene que el riesgo individual de usar estas pajitas es probablemente bajo, también asegura que las personas deberían reducir las exposiciones a los PFAS allí donde puedan porque los PFAS se acumulan en el cuerpo cada vez que nos exponemos a ellos. «Todo se suma junto con otras vías de exposición y la combinación podría causar efectos [nocivos] en la salud«, dijo.
Keith Vorst, director del Polymer and Food Protection Consortium en la Universidad Estatal de Iowa, también recalcó a NBC que algunas pajitas en el estudio superan las concentraciones máximas en el agua fijadas por la Agencia de Protección Medioambiental norteamericana. Pero el estudio, afirma, no ha probado si los PFAS se filtran de las pajitas a las bebidas (Vorst no debe haber usado una de estas pajitas de papel en su vida, porque se deshacen constantemente). Vorst también mencionó que han detectado concentraciones mucho más altas de PFAS en portavasos, envases para llevar y bolsas de palomitas de maíz para microondas.
Mejor acero
A pesar de sus hallazgos, Groffen sostiene que las pajitas fabricadas con papel o bambú siguen siendo mejores para el medio ambiente que las de plástico. Pero, y ahí está el quid, los investigadores afirman que sería mucho mejor que se adoptasen pajitas de acero inoxidable porque al final, como señala Peaslee, «si vienen con PFAS, ya no son tan ecológicas».
Las pajitas de acero son lavables, no ofrecen ningún peligro y pueden usarse para siempre, reduciendo de forma drástica su impacto medioambiental y huella de CO₂. En algunos países de Europa, las pajitas de acero parecen ahora las más comunes.
