Los alarmantes datos de Sanidad sobre el consumo de fentanilo que los expertos ponen en duda
El fentanilo ha destrozado Estados Unidos. Los bajos niveles de control sanitario, su enorme presencia en el mercado negro y la mezcla con otras sustancias como la cocaína ha provocado que el uso de este compuesto, que tiene un alto nivel adictivo y es 100 veces más potente que la morfina, se propague como la pólvora. Y el resultado ha sido catastrófico: las sobredosis se cuentan por decenas de miles cada año y no dejan de crecer.
En España, en cambio, la situación es radicalmente opuesta. Su uso ha estado limitado siempre como analgésico para el dolor, e incluso en ese contexto ha estado en todo momento muy controlado. Sin embargo, en 2021 el Ministerio de Sanidad, alertado por la situación de EEUU, decidió adelantarse y lanzar una medida preventiva para evitar que sucediera algo parecido en nuestro país.
A partir de ese momento las fórmulas ultrarrápidas de fentanilo (aquellas que tardan menos tiempo en hacer efecto) sólo podrían recetarse a los pacientes con cáncer que sufrieran picos de dolor muy intenso, que además necesitaban contar con un visado especial para poder utilizarlo. El resto de pacientes, muchos de ellos con dolores crónicos fuertes, quedaban excluidos de la ecuación.
Aunque la manera más habitual de recetar fentanilo es en forma de parche para la piel, (que tarda un tiempo en hacer efecto y, por tanto, no entra dentro de las restricciones del Ministerio), la medida iba enfocada a reducir el consumo general del fentanilo, que venía aumentando mucho en los últimos años en España. Sin embargo, la última Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (que incluía datos de otros analgésicos opioides como la morfina, el tramadol o la codeína), elaborada por el propio Ministerio de Sanidad, reflejaba todo lo contrario.
Un aumento de consumo enorme
Según ese informe, en sólo cuatro años el consumo de fentanilo entre personas que habían probado analgésicos opioides alguna vez en su vida se disparó en nuestro país. En 2018 apenas apenas lo habían probado el 1,9% de los encuestados, y en 2022 esa cifra era del 14%. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo puede ser que el consumo de fentanilo creciera tanto a pesar de que el Ministerio lo había restringido?
«La cifra que da el Ministerio de Sanidad es incongruente, no es lo que estamos viendo. Es imposible que su consumo haya subido de un 1% a un 14%, porque de hecho lo que hemos visto es que se las prescripciones médicas se han reducido más de un 50%«, asegura Luis Miguel Torres, presidente de la Sociedad Española Multidisciplinar de Dolor. Y añade: «Han debido de equivocarse. Antes los opioides se recetaban para el dolor crónico no oncológico, y ahora ya no se hace. Y los pacientes que sí pueden usarlo necesitan un visado que es súper estricto, lo deniegan sistemáticamente».
Fernando Caudevilla, del Grupo de trabajo de Intervención en Drogas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, apunta en una dirección parecida: «Ese dato es falso. La encuesta sobre drogas del Ministerio no está hecha para medir el consumo de fentanilo. Es válida para sustancias que se consumen mucho, como el alcohol o el tabaco. Pero no es significativo lo que dice sobre sustancias con poca prevalencia como el fentanilo. Para medir el consumo de fentanilo tenemos otros indicadores, como el número de recetas que se han prescrito, que se han mantenido estables. Se está montando un circo mediático de un problema que no es real».
«La prescripción de parches se ha mantenido estable. Pero con el fentanilo de liberación ultrarrápida sí ha habido cambios, porque ahora se dan menos prescripciones. Antes se saltaban un poco las indicaciones de prescribirlo sólo para el dolor oncológico. Pero desde 2021 no hemos pasado ni uno, porque el Ministerio está bastante encima», sostiene Miguel Vázquez, portavoz de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
El Ministerio de Sanidad, consultado por este periódico, ha explicado que los datos sobre el fentanilo que reflejan en el informe están basados en «el número de envases dispensados en oficinas de farmacias con cargo al Sistema Nacional de Salud». Sin embargo, detallan que sólo han incluido datos de las mutualidades MUFACE, ISFAS, MUGEJU, pero que «no se incluye el consumo de otras entidades aseguradoras, el consumo hospitalario, el procedente de recetas privadas, ni la dispensación sin receta».
Un «circo mediático»
El «circo mediático» al que hace referencia Caudevilla es la cantidad de noticias que han salido estos días sobre el fentanilo. Por un lado, porque la alerta sobre la gravedad de lo que está sucediendo en EEUU ha vuelto a aumentar después de que se hiciera viral un vídeo de un restaurante estadounidense, en el que se ve como uno de sus trabajadores apenas puede mantenerse en pie, supuestamente por haber consumido fentanilo.
Y por otro lado, porque los datos del Ministerio de Sanidad han reavivado la preocupación de que en nuestro país acabe sucediendo algo similar. Dos temas de conversación que están relacionados pero son distintos, y que en realidad no son nuevos, porque cada cierto tiempo vuelven a ponerse sobre la mesa.
«En España el fentanilo es el mismo que en Estados Unidos. Lo que cambia es el sistema sanitario», afirma Torres, que es una de las voces que considera que en nuestro país el compuesto esta infrautilizado por miedo a lo que está pasando en EEUU. «Nosotros tenemos un sistema de control muy riguroso. Pero lo que está pasando allí repercute incluso en los países sin problemas como España y nos arrasa. Es una pena», asegura.
El presidente de SEMDOR explica que en España los analgésicos opioides se utilizaban de manera esporádica hasta hace unas tres décadas, cuando irrumpió la morfina en pastilla. Pero no ha sido hasta los últimos años cuando han comenzado a ganar peso. Entre todos ellos, Torres enumera las que son, a su juicio, las ventajas que tiene el fentanilo respecto al resto: «Actúa mucho más rápido y es más potente. Además es más fácil producirlo y es súper versátil por sus características, porque se puede aplicar de muchas maneras. Es súper útil, pero hay que llevar cuidado porque los pacientes pueden convertirse en adictos fácilmente«, concluye.