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Si el coste del petróleo no está en máximos, ¿por qué sí el de la gasolina y el diésel?

Si el coste del petróleo no está en máximos, ¿por qué sí el de la gasolina y el diésel?

No hay una imagen más práctica que simbolice la indignación ciudadana que la de los letreros en las estaciones de servicio cada vez que cambian el precio de los combustibles. Pagar el litro de gasolina a 1,60 euros ya no es descabellado en numerosos surtidores. Tampoco hacerlo a más de 1,50 euros con el diésel. Se trata de las referencias más elevadas que los conductores pueden pagar estos días de récord. Llevamos seis semanas registrando máximos consecutivos en los combustibles y el temor se apodera de los ciudadanos con una pregunta habitual –¿Hasta cuándo subirán?– y otra más técnica pero relevante: si el coste del petróleo no está en máximos, ¿por qué sí el de los combustibles?

La brecha entre lo que cuesta la materia prima -el crudo- y el producto final -el combustible- es cada vez mayor en España. La evolución de ambas líneas se separa cada vez con más fuerza para desesperación de una economía a la que este sobrecoste petrolífero con respecto al precio del año pasado le puede restar unos 10.000 millones de euros este año. Y ello, en medio de una recuperación aún incipiente tras la pandemia.

Hay una razón básica que explica esta evolución de los combustibles: el precio del crudo, aunque la correlación sea cada día más distante. «No solo influye el coste del barril, sino otros muchos factores como el transporte, el margen de mayoristas y especialmente los impuestos», recuerda Victoria Torre, directora de Oferta Digital de Singular Bank. Y calcula que «una subida o bajada del barril influye cerca de un 38% en el precio de la gasolina».

El barril de Brent marcó su récord en 2008 llegando a superar ampliamente los 130 dólares. Pero entonces, los combustibles solo se aproximaron a los 1,30 euros por litro. Hoy, con el Brent a 90 dólares, la gasolina sobrepasa, de media, los 1,55 euros; y el gasóleo, los 1,44. En este camino transcurrido en 14 años, cada euro gastado en combustible ha ido incorporando cargas que van alejando su coste del petróleo: impuestos y tasas, por una parte, pero también el propio incremento de precios de toda la cadena de distribución del producto, en una economía con el IPC disparado al 5%.

La espiral de la inflación

Los tributos directos que gravan al combustible, como el IVA o Hidrocarburos, no han cambiado en los últimos años. Representan aproximadamente la mitad de lo que se paga por cada euro gastado en gasolina o diésel. «Aunque son razonablemente estables, al ser un porcentaje su resultado se incrementa según sube el precio sobre el que calcular ese 50% de impuestos», explica Luis Fernando Utrera, subdirector del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB. Este experto apunta a otro condicionante que también está disparando las gasolinas más allá del petróleo: los costes de distribución y el margen de refino, que supone un 15% del total.

«En épocas de incremento de la demanda por encima de la oferta, como ahora, tienden a subir», explica Utrera. De hecho, esos márgenes llegaron a ser negativos en 2020, pero desde entonces no han dejado de trepar hasta máximos del año 2012. Junto al margen de refino y al tipo de cambio de divisa (el petróleo se paga en dólares, que se ha apreciado frente al euro), Utrera estima 25 céntimos de euro extra por litro.

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