Cómo tirar menos comida cuando aumenta su consumo en casa
El caso de España ha sido analizado en un artículo publicado en la revista “Science of The Total Environment”, que revela que en las primeras semanas de confinamiento, entre marzo y abril, hubo una recolocación parcial del consumo extradoméstico hacia el de los hogares, donde se calcula que aumentaron un 12% las pérdidas y desperdicios de alimentos.
Sin embargo, si se tiene en cuenta el consumo extradoméstico que absorbieron los hogares, la generación total de tales desechos fue similar a la de 2019.
El contenido nutricional de los alimentos consumidos disminuyó entonces un 8%, por la mayor ingesta de bebidas alcohólicas y procesados, al tiempo que aumentaron un 11% el coste económico del despilfarro y un 10% las emisiones de gases de efecto invernadero.
Uno de los autores del estudio y experto de la Universidad de Cantabria, Rubén Aldaco, explica esto último porque “el consumo extradoméstico es más eficiente en la gestión” y en el hogar se consumieron más carnes, productos elaborados, frutas y verduras, que se echan más a perder.
Para el futuro, llama a prepararse mejor para gestionar los residuos domésticos, de los que una mayor parte ha acabado en vertederos durante la pandemia, con grandes diferencias entre comunidades autónomas.
También ha habido distintos comportamientos: en la primera semana de confinamiento se dispararon los residuos fuera del hogar porque comedores y restaurantes seguían produciéndolos, y en casa las familias se dividían entre las que compraban de manera racional y las que acaparaban productos.
“Detectamos compras ‘online’ y acaparamiento en grandes superficies; fue algo caótico para los pequeños productores y el consumo local de productos frescos, que no estaban preparándose para el comercio electrónico”, argumenta Aldaco.
Hubo productos como la carne y el pescado que se quedaron sin salida al mercado, dentro de la serie de desequilibrios que, según el especialista, hace “fundamental volver a pensar cómo está redistribuida la cadena de suministro para optimizarla”.
En los supermercados, desde 2013 el despilfarro de alimentos se ha reducido del 1,78% al 0,8%, según la Asociación de Empresas del Gran Consumo (Aecoc).
La patronal maneja encuestas según las cuales cerca de un 40% de la población ha tendido a acumular más alimentos en el confinamiento, aunque solo un 7,5% asegura haber incrementado el desperdicio.
Por parte de la industria agroalimentaria se han llevado a cabo donaciones de miles de toneladas alimentos, como parte de sus campañas solidarias frente a la crisis derivada de la covid-19.
El portavoz de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal), Ángel Franco, destaca que ahora “las grandes donaciones puntuales han desaparecido de la industria”, si bien muchas empresas siguen aportando como antes hacían por convenio, a lo que se suman otras iniciativas particulares.
En la restauración resulta “más complicado” donar porque los establecimientos ofrecen productos ya cocinados que no han podido vender y, ante la falta de una normativa clara, en Fesbal intentan canalizarlos en colaboración con los comedores sociales.
Franco asegura que los bancos de alimentos no suelen tener problemas con los productores y las cooperativas, que van entregándoles parte de sus excedentes.
Algunas aplicaciones digitales pretenden poner remedio a ese problema como “Too Good To Go”, que permite vender a los comercios lo que les sobra a diario a un precio reducido.
Su portavoz, Carlos García, indica que durante la pandemia su actividad se redujo considerablemente por el cierre de muchos establecimientos y el confinamiento limitó las salidas de los usuarios a lo imprescindible.
Siguieron operando, aún así, con supermercados, pescaderías, carnicerías, fruterías, panaderías y otras tiendas para ayudarles a ajustar la oferta a la demanda en los momentos de incertidumbre, que todavía hoy existe porque “unos días pueden vender casi todo el género y otros se quedan con mucho excedente”, afirma García.
Actualmente se han unido a la iniciativa unos 3.500 comercios y se han salvado más de 1,1 millones de comidas, una muestra -según el portavoz- de que “cada vez hay mayor concienciación respecto al desperdicio de alimentos entre negocios y consumidores”.