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Diez acciones cotidianas para reducir tu huella de CO₂

Diez acciones cotidianas para reducir tu huella de CO₂

Desde cestas ecológicas a placas fotovoltaicas comunitarias. Desde separar los residuos para reciclar a comprar solo productos locales y de proximidad. La situación de emergencia climática impacta en el día a día de los ciudadanos. Estados de todo el mundo enfrentan el presente y futuro de esta lucha en la COP27 de Egipto. Mientras tanto, muchas personas están adaptando sus rutinas de consumo para luchar contra la inactividad y para reducir su huella ecológica.

¿Qué podemos hacer para dejar de contribuir a incrementar la situación de emergencia climática y, a su vez, presionar a nuestro entorno para que sea más responsable con el medio ambiente? He aquí diez acciones que puede asumir cualquier ciudadano en su día a día para reducir su impacto en el medio ambiente. 

1. Energía

Fotovoltaica para reducir huella… y factura

La guerra desatada por Rusia en Ucrania ha desencadenado un tsunami energético que ha impactado con dureza en un mundo aún convulso por la covid. El desafío económico y la escasez de recursos por el conflicto bélico han llegado al día a día de los ciudadanos, que ven cómo sus facturas de gas y de luz se han disparado de forma descontrolada. Ante este reto, las energías renovables se alzan como alternativa sostenible y, tras el fin del impuesto al sol en 2018 y las ayudas económicas por parte del Estado, en España cada vez son más los ciudadanos que apuestan por el autoconsumo.

Según los datos registrados por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), en 2021 en España se instalaron 1.203 MW de nueva potencia fotovoltaica en instalaciones de autoconsumo. La cifra duplica la instalada en 2020 y los particulares son en gran parte responsables de este auge.

En los datos recabados en 2020, el 19% del total de la potencia instalada provenía del sector residencial. En 2021, la cifra subió al 32%. El 26%, del sector comercial; el 41%, del sector industrial y solo un 1% corresponde a instalaciones de autoconsumo aisladas de la red.

2. Transporte

Cada vez más coches eléctricos

Más allá de los debates energéticos, la movilidad es uno de los campos donde las emisiones deben reducirse de forma considerable. Antes de la covid, el transporte era responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones de CO₂ en la UE. Además, y según la Agencia Europea del Medio Ambiente, el 71,7%% provino del transporte por carretera.

Países y ciudades de todo el mundo han tomado medidas restrictivas para limitar la circulación de los vehículos más contaminantes, sea incentivando la compra de híbridos o eléctricos o prohibiendo la circulación de viejos coches de gasolina y diésel.

Todas las medidas han llevado a los españoles a comprar el triple de coches eléctricos en lo que llevamos de 2022 —cerca de 62.300 turismos— de los que se matricularon en 2019 —pocos más que 21.200—, tal y como reflejan los datos de la consultora JATO Dynamics y la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC). Si añadimos a estas cifras otras alternativas más respetuosas con el medio ambiente —como los impulsados por gas natural, con hidrógeno, el gas licuado de petróleo (GLP) y las opciones híbridas—, los datos son arrolladores: en 2021 se matricularon más turismos sostenibles (más de 86.000) que la suma de los diesel y gasolina (poco más de 80.000).

3.

Apostar siempre por el transporte público

Aunque la tecnología brinde a los ciudadanos opciones más ecológicas —y caras— para la movilidad privada, el transporte colectivo sigue siendo la opción más sostenible para con el medio ambiente. El transporte público, tanto urbano como interurbano, ha recuperado el ritmo de antes de la pandemia, aunque muchos son los que no han vuelto a hacer uso de autobuses, metros y líneas de cercanías.

Entre enero y agosto de 2019, cerca de 2,91 millones de españoles usaron la red de transporte público. La cifra representó entonces un crecimiento del 3% de viajeros en los ocho primeros meses del año respecto al mes anterior, un crecimiento muy similar al que se iba sumando hasta entonces año tras año. El auge de españoles desplazándose en transporte público se vio truncado por la covid: en 2020 la cifra se redujo a la mitad. Ahora, hasta agosto, el número de pasajeros ha crecido un 33% respecto al mismo periodo de 2021, aunque aún significa un 17% menos que antes de la pandemia.

4. Alimentación

Reducir el consumo de carne

Es uno de los temas que genera más controversia, ya que implica una gran renuncia en un ámbito intocable para muchos. Sin embargo, es uno de los campos en los que se reúnen mayores evidencias científicas: la industria alimentaria emite un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero (17.318 toneladas de CO₂ al año). Y, entre todos los alimentos, la carne de vacuno, la leche de vaca y la carne de cerdo son los que más contribuyen. Y esto solo en datos de dióxido de carbono.

Pese a las alertas científicas de la afectación negativa al medio ambiente del sistema de producción actual y de las crecientes evidencias del impacto sobre la salud, España sigue siendo uno de los países con mayor consumo de carne per cápita. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2020 consumimos 49,86 kilos de carne por persona, una cifra muy por encima de los 21 kilos anuales recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La producción de un kilo de filete de ternera emite cerca de 130 kilos de CO₂. Sabiendo que un coche que consuma 6 litros de gasolina cada 100 km emite 14,35 kilos de CO2 a la atmósfera, ese kilo de ternera representaría un viaje de 906 kilómetros, similar a ir desde Barcelona a Soria en coche y volver.

5.

Optar por dietas vegetarianas

Frente a ello, cada vez son más las personas que cambian su dieta a un modelo vegetariano o hasta vegano. La consultora Lantern recoge en su informe anual ‘The Green Revolution’ estimaciones sobre el número de personas vegetarianas, veganas o que se acercan a estos esquemas dietéticos ante la falta de estadísticas oficiales a nivel gubernamental. En él se refleja que la proporción de población que sigue dietas de este tipo ha crecido cerca de un 70% en los últimos cinco años.

En definitiva, la forma en la que consumimos y en la que nos relacionamos con nuestro entorno define no nuestro compromiso personal para con el medio ambiente, sino la presión que ejercemos para que empresas y gobiernos trabajen para reducir su impacto sobre este. Además de las acciones y cambios aquí señalados, la OCU señala otros consejos para tratar de llevar a cabo un consumo sostenible.

6. Consumo

Reducir y reutilizar, antes que reciclar

El mejor residuo es el que no se genera, por eso lo mejor es reutilizar al máximo los productos ya adquiridos. Para ello, es clave hacer un buen mantenimiento y reparar siempre que sea posible antes que reemplazar. Con ello, a la vez, se puede luchar contra la llamada obsolescencia programada.

7.

Compra local y de temporada

El transporte de productos es uno de los momentos en los que más emisiones de gases de efecto invernadero y gases contaminantes se producen. Por ello, la compra de productos de temporada y locales —sean alimentarios o no—, es siempre la opción más sostenible y responsable con el tejido productivo de proximidad.

8.

Menos plástico

En la mayoría de supermercados, el plástico reina en los estantes. Ya sea por practicidad, por estética o por rutina, muchas neveras se llenan de residuos inútiles que pueden ser reducidos con prácticas de consumo más responsables. Tras la prohibición de las bolsas de plástico llega la proliferación de los productos a granel, que permiten reducir envoltorios. Además, siempre ayuda reutilizar bolsas que todos tenemos en casa a la hora de comprar.

9. 

Apagar y desenchufar

Según la Agencia Internacional de la Energía, el consumo de los aparatos en modo de espera es responsable del 5 al 10% del total de la electricidad consumida en la mayoría de los hogares. Desenchufarlos no solo comporta una reducción de tu huella ecológica, sino también un ahorro económico.

10.

Moda sostenible

El sector textil es responsable de cerca del 10% de las emisiones mundiales, según los expertos. Frente a ello, el consumidor tiene un papel importante: el de comprar solo la ropa que necesita, arreglar la que tiene antes de sustituirla y premiar siempre la calidad y la proximidad a la cantidad.

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