El popularmente conocido como oro líquido y uno de los ingredientes sin los que no se puede concebir la dieta mediterránea, el aceite de oliva, se encuentra en una situación delicada que está poniendo en peligro su estabilidad y reputación. ¿El motivo? El sistema de catalogación comercial actual.

La Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (ANIERAC) y la Asociación Española de la Industria y Comercio Exportador de Aceite de Oliva (ASOLIVA) reclaman al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación «la implantación de un sistema complementario al actual con el fin de garantizar una mayor seguridad jurídica al sector y una mayor confianza al consumidor». Agricultores, productores, cooperativistas, envasadores y exportadores coinciden en que la forma actual de aplicar la cata desestabiliza el mercado y daña su reputación.

Por esta razón, el sector reclama medidas suplementarias como una cata oficial previa a su envasado y cuyos resultados tengan una vigencia legal de un año. De esta manera, se añadirían garantías a los consumidores y, a la vez, reduciría la inseguridad jurídica y la incertidumbre que conlleva un proceso tan subjetivo como el del análisis organoléptico. Así lo asegura el informe Los falsos mitos sobre el aceite de oliva virgen español, elaborado por la ANIERAC y la ASOLIVA.

Falsos mitos

El documento pone de relieve que falsos mitos, fomentados por un método de categorización intrínsecamente subjetivo y estudios periódicos desmesurados, enturbian la imagen de uno de los emblemas de Marca España. El primero de ellos es el de la falsa creencia de que en los lineales de los supermercados se encuentra en ocasiones aceite de oliva falso. «No existe fraude –afirma tajantemente-, sino discrepancias de valoración subjetiva entre distintos paneles, aun siendo todos oficiales». Resulta esencial, apunta, que «la catalogación del aceite de oliva (virgen o virgen extra) se efectúe teniendo en cuenta conjuntamente todas las pruebas realizadas, las organolépticas y las fisicoquímicas».

Estas últimas, que se realizan con equipos de alta precisión, «confirman continuamente que nuestros aceites de oliva son auténticos y genuinos, no se mezclan con otros de inferior calidad y, consecuentemente, cumplen al cien por cien los requerimientos de pureza y calidad que exige la normativa europea vigente».

También está extendida, sin ninguna base real, la idea de que «los paneles de cata son infalibles». Sin embargo, reiterados estudios e investigaciones ponen en evidencia que «son habituales los casos en los que una misma muestra presenta diferencias en la clasificación, en función del panel de cata que la valore». Hasta el punto de que «una misma muestra catada por el mismo panel oficial, pero en momentos distintos, puede ser clasificada de forma desigual«.

Otra creencia falaz es la de que «no hay alternativas al panel de cata». Desde luego, se está avanzado en metodologías científicas objetivas que acaben con estas incertidumbres o, cuanto menos, las palíen. Estas propuestas están orientadas a complementar y elevar el nivel técnico y la objetividad de los sistemas de clasificación de las categorías del aceite comercializado –y sobre todo del AOVE–.

Pero mientras, el sector unánimemente demanda a las administraciones una aplicación que ofrezca garantía jurídica a los operadores como sería el del sometimiento a los aceites de oliva vírgenes a una cata previa antes de su envasado y comercialización y que, en caso de ser apta, tenga una validez de 12 meses. De esta manera se obtendría una doble mejora, por un lado, una garantía más sólida al consumidor que dispondría de aceites con procedencia de lotes catados por paneles oficiales en la distribución y por otro, una mayor seguridad jurídica a los operadores de la cadena de suministro pues gracias a la trazabilidad y cata previa podrían garantizar las buenas prácticas y calidad de los aceites a la hora de ser envasados.

Propuesta del sector

El sector ha propuesto a la Administración que se permita al operador que lo introduce en los canales de venta contar con un aval en su responsabilidad mediante «una cata oficial realizada al producto antes de su envasado, cuyos resultados deberían tener una vigencia legal de un año».

Durante este plazo de tiempo, indica, «se practicarían controles periódicos para verificar la autenticidad del producto distribuido: que el aceite en el mercado sea el mismo que en su día se analizó». Así se mejoraría más, si cabe, la calidad al tiempo que se reforzaría la seguridad jurídica. «Sería una solución temporal porque esta como cualquier otra cata adolecería de los mismos defectos», concluye.

La búsqueda de un método científico de evaluación preciso también es una prioridad. De hecho, la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y las comunidades autónomas, especialmente la Junta de Andalucía, han impulsado durante los últimos seis años proyectos de investigación e innovación «con el objeto de desarrollar tratamientos de datos a partir de señales instrumentales que puedan proporcionar al panel test un plus de objetividad«.

Esto tiene como objetivo perfilar una metodología científica y equilibrada –conocida como «nariz electrónica»- que complemente o sustituya la de los paneles-test que existe en la actualidad.