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El coste del crédito de consumo repunta en plena necesidad de financiar las compras en esta crisis

El coste del crédito de consumo repunta en plena necesidad de financiar las compras en esta crisis

Las familias que más necesitan los créditos al consumo para conseguir cubrir sus gastos diarios en plena pandemia son las que, a la vez, están viendo cómo cada vez tienen que pagar más intereses por los préstamos que solicitan a las entidades financieras. En un contexto de crisis, marcado por la inestabilidad laboral y la merma de ingresos de muchos hogares, el tipo de interés de los créditos al consumo se ha incrementado prácticamente desde el mismo momento en el que se decretó el primer estado de alarma en marzo, y el consiguiente confinamiento.

Así ha ocurrido en los seis últimos meses, un periodo en el que, lejos de moderarse, los tipos de interés para la financiación doméstica han pasado del 6,4% de abril hasta superar el 7% en pleno mes de septiembre, según los últimos datos actualizados por el Banco de España. Vuelve a registrar así la misma cota que tenía antes del coronavirus. Además, no ha habido un solo mes en el que este aumento de la TAE (Tasa Anual Equivalente, esto es, el coste total del crédito en concepto de intereses y comisiones o gastos asociados) no haya parado de mirar hacia arriba sin descanso.

El alza de los intereses para la financiación al consumo coincide con un periodo en el que el precio oficial del dinero sigue en mínimos; las expectativas pasan por un contexto de tipos en mínimos durante varios meses mientras el Banco Central Europeo (BCE) siga actuando para contener la crisis; y con otros índices, como el euríbor hipotecario, profundizando sus caídas.

El coste de financiar una compra doméstica no superaba el 7% actual desde finales del año pasado, coincidiendo con las semanas previas a la Navidad, cuando muchas familias realizan compras abundantes. Ahora es una realidad similar la que está provocando el alza de los intereses: cada vez más hogares necesitan tirar de estos créditos para poder asumir productos de forma inesperada (un electrodoméstico roto, por ejemplo) o directamente para financiar productos necesarios como los relacionados con la vuelta al colegio en septiembre.

La ausencia de otros ingresos que existían antes de esta crisis impulsa a parte de los ciudadanos a acudir a esta financiación. Y en muchos casos se trata de familias con menos recursos. De hecho, la financiación al consumo (de bienes duraderos) se aproximó en el segundo trimestre del año a los 60.000 millones de euros, un 2,5% más de los casi 58.500 millones que debían los ciudadanos por este tipo de financiación en el primer tramo del año.

Al contrario de lo que ocurre con las hipotecas, cuyo ‘stock’ es cada vez menor gracias a las amortizaciones que realizan sus titulares para quitarse ese peso de encima, los créditos al consumo vienen aumentando de forma sostenida desde el año 2014. Y en esta pandemia no han echado freno, según los últimos datos del supervisor bancario.

El propio gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, instaba recientemente a los bancos a actuar bajo la consigna del préstamo responsable, y evitar el sobreendeudamiento. Así evitarán las malas consecuencias tiene tanto para la vida de los particulares como para las entidades. Hernández de Cos consideraba que los clientes deben analizar «con prudencia, pero sin miedo» sus posibilidades de endeudamiento. Mientras que la banca tiene que evaluar la solvencia del prestatario con información suficiente.

Las tarjetas se relajan

Al mismo tiempo en el que los tipos de interés de los préstamos han subido, el coste de las tarjetas de pago ‘revolving’ ha ido disminuyendo. En septiembre, el tipo aplicado por las entidades a esta forma de pago era del 18,3%, mientras que en marzo ese interés se situaba cerca del 19%.

En esta reducción del coste de las ‘revolving’ (tarjetas por las que se abona la misma cuota mensual, independientemente de lo que se gaste, y cuya deuda se regenera a medida que se hace un uso mayor de la misma) está muy vinculada a la sentencia del Tribunal Supremo en la que se anulaban los intereses de una tarjeta de esta tipología al considerar que aplicaba unos tipos estratosféricos.

Desde entonces, los establecimientos financieros de crédito han ido recortando el interés y, al mismo tiempo, se han adaptado a la normativa que llegará en 2021 por la que deberán mejorar su forma de comercialización al venderlas al cliente con mayor transparencia.

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