¿Se pueden reducir residuos desde el momento de la compra?
Por tanto, el preciclaje es solo el primer paso del camino hacia nuestra transformación en una humanidad sostenible, donde asumamos la responsabilidad de nuestras elecciones y sus efectos en nuestro entorno.
Asimismo, el preciclaje es una actitud que se traduce en acciones de quien genera o consume un artículo o un servicio encaminadas no generar o reducir residuos y otros impactos ambientales como la contaminación, el cambio climático, la tala de árboles, etc. Esta actitud se puede analizar desde diversas instancias de aplicación.
Al parecer, esta técnica nació en 1989 en el Ayuntamiento de Berkeley, en California, que inició una campaña para animar a los consumidores a comprar alimentos envueltos en materiales biodegradables o reciclables y lo llamaron de preciclaje. En España, cada vez se avanza más en lo de reciclar, pero se retrocede en lo de reducir o reutilizar, lo que realmente ahorra más recursos.
Las actividades del reciclaje ya traen consigo impactos propios de la actividad
Si observamos el reciclaje convencional, podemos notar que éste se aplica solo cuando los residuos ya han sido generados, por lo tanto, solo se aplica para minimizar los impactos que éstos generan. Es necesario remarcar que el reciclaje como tal nunca reducirá a cero los impactos de los residuos.
Esto se debe a dos razones principales: los residuos ya se generaron y esto lleva implícitos impactos propios de los productos, bienes y servicios que los producen y las actividades del reciclaje, traen consigo impactos propios de la actividad, como por ejemplo generación de CO2 por el transporte de los residuos, generación de vertimientos por el tratamiento de los mismos, etc.
El preciclaje puede ser empresarial y del consumidor
Los comportamientos anteriores se pueden evidenciar mejor cuando se realiza un Análisis del Ciclo de Vida (ACV) de los procesos para el manejo de residuos y se calcula la huella ambiental o ecológica de los mismos. Para gestionar la basura de forma apropiada la regla de oro sigue siendo la de las ‘3 erres’: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
Las dos formas más frecuentes de preciclaje son el empresarial y el del consumidor. Las empresas lo aplican cuando involucran dentro de sus procesos, iniciativas voluntarias, más allá de la legislación ambiental sobre producción más limpia, sustitución de materias primas, reducción de residuos en origen, capacitaciones frecuentes a sus empleados para el aprovechamiento adecuado de recursos, etc.
Por otro lado, los consumidores podemos practicar el preciclaje cuando analizamos los productos que consumimos y las empresas que lo producen, seleccionamos aquellos que requieren menos procesos para su fabricación, utilizar productos de limpieza ecológicos y concentrados, comprar productos de comercio justo e interesarse por la ética de marcas, etc.