El precio de la luz cambia de tendencia y podría subir en mayo
El recibo de la electricidad de un consumidor medio alcanza los 36,95 euros en lo que va del mes de mayo, lo que supone un coste muy similar con respecto al mes de abril, cuando el recibo alcanzó los 36,97 euros en las tres primeras semanas.
Teniendo en cuenta que hace una semana el recibo se mantenía un 4% más barato que hace un mes, es muy posible que termine mayo al alza rompiendo con la tendencia de los últimos meses. Este cambio se explicaría por la llegada del calor y la falta de lluvia, lo que reduce la aportación de la energía eólica e hidráulica, así como por la subida del petróleo.
Según el simulador de la factura de la electricidad de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), con respecto a mayo de 2019 el recibo experimenta una caída, en este caso del 20,2%, puesto que el año pasado un consumidor medio pagó 46,33 euros por el recibo en este periodo.
Este descenso con relación al año pasado se produce tras la rebaja de los peajes aplicada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) desde el 1 de enero de 2020, que tiene un impacto a la baja que ronda el 1,5% del recibo.
Además, también se explica por la caída de la demanda que se viene produciendo desde la declaración del estado de alarma y por el hecho de que ha aumentado el porcentaje de la electricidad producida con energías renovables.
En términos mensuales el recibo podría subir en mayo, rompiendo con los descensos de abril, marzo y febrero, tras subir en enero más de un 5%. Antes, había bajado en diciembre y noviembre y subido en octubre.
En cuanto a la evolución del coste de la electricidad con respecto al año pasado, con mayo a la baja son ya 13 meses de descensos tras subir en abril y marzo de 2019.
Dicha evolución del precio de la luz se corresponde con la factura de un consumidor medio con una potencia contratada de 4,4 kilovatios (kW) y una demanda anual de 3.900 kilovatios hora (kWh).
Estas oscilaciones en el precio de la electricidad se producen básicamente por las variaciones en el coste de producción, que se incrementa cuando hay poca aportación de fuentes de generación renovable como el agua y el viento y mucha de fuentes fósiles más caras, especialmente el gas o el carbón. También se ven afectados por otros factores como el precio del petróleo.