La aventura de hallar un cajero automático
Si algo se ha llevado la crisis del coronavirus en los bancos ha sido, además de una tercera parte de las oficinas, más de 1.700 cajeros automáticos de toda la red. En apenas un año y medio las entidades financieras han clausurado un 3,5% de todos los dispensadores automáticos que tenían en sus sucursales, pero también en todo tipo de centros comerciales, estaciones de transporte público o a pie de calle.
Cada vez es más difícil encontrar un cajero más allá de los lugares habituales en los que se encuentran, esto es, en las oficinas de los bancos. Porque ni siquiera esa sucursal que ya tenían conocida de toda la vida en la playa está abierta. Tampoco esa tienda de ‘souvenirs’ que contaba con un dispensador. O esa oficina del pueblo que había conseguido una máquina para que los habitantes de todo el año, y los foráneos que llegan por estas fechas, consigan algo de dinero en efectivo.
Porque aunque el uso de billetes y monedas ha caído estrepitosamente con la pandemia, aún existen comercios donde no dejan abonar una compra inferior a cinco euros si no es con efectivo; establecimientos donde indican claramente que «No se aceptan tarjetas» y lugares donde el terminal para pagar con los medios automáticos se hace bastante complicado.
La paulatina reducción del número de cajeros automáticos está provocando más de un quebradero de cabeza a los usuarios. Porque en muchos casos tampoco están actualizados los datos de la red en los habituales buscadores ‘online’ que ofrecen las entidades financieras. Encontrar un cajero es más que complicado en muchos puntos de nuestro país.
Al cierre del primer trimestre, el conjunto de la banca contaba con 48.766 dispensadores de dinero en efectivo por toda la geografía. La tendencia a la baja de estos puntos comenzó su declive con la propia pandemia. El cierre de oficinas en pleno confinamiento no fue sustituido por cajeros en más puntos estratégicos. El uso del efectivo era cada vez menor, incluso por las recomendaciones sanitarias para no tocar demasiados billetes y monedas entre tantas manos, y los cajeros fueron desapareciendo. Tanto es así que el sistema financiero cuenta en estos momentos con el mismo número de terminales que tenían en el año 2001, justo hace dos décadas, según las estadísticas actualizadas del Banco de España.
Desde el inicio de la anterior crisis económica y financiera, allá por 2008, la vida de los cajeros ya comenzó a verse comprometida. El inicio de la clausura de las oficinas bancarias provocó el cierre automático de los terminales que tenían a pie de calle. De hecho, desde que la red alcanzó un máximo de 61.714 puntos en 2008, tuvieron que pasar otros ocho años para que la banca comenzara a instalar más dispensadores.
Aquella recesión se llevó por delante más de 12.000 cajeros automáticos, un 20% de los puntos de todo el país. Sin embargo, con la anterior recuperación, a partir de 2016 algunas entidades vieron en estos terminales la oportunidad de poder ofrecer servicios a sus clientes sin necesidad de estar en una oficina. Cada vez más cajeros ofrecen la posibilidad de retirar e ingresar dinero en efectivo, pagar impuestos, realizar transferencias…
Por eso, desde 2016 hasta 2020 la red aumentó mínimamente en unos 700 terminales. Hasta que llegó la pandemia. Y aunque en muchos casos se trata de evitar una duplicidad de puntos de dispensación de dinero en efectivo, en otros casos muchas localidades pequeñas se han quedado también sin su cajero automático que con tanto esfuerzo habían conseguido.
Las estadísticas sobre su uso confirman además un declive imparable. Hasta 2019, el año previo a la crisis, se contabilizaron 908 millones de operaciones en estos terminales. La cifra ya era casi un 3% inferior a la de un año antes. Aunque en pleno 2020 su uso cayó un 31% hasta los 624 millones de operaciones. En el primer trimestre de este año se han contabilizado 142 millones, lo que revela un descenso del 20% en términos interanuales.
A esta realidad se une otra circunstancia: las comisiones que cobran los bancos por utilizar cajeros que no pertenecen a la red de la tarjeta del cliente, una realidad muy habitual también cuando hay millones de desplazamientos. Las últimas operaciones corporativas, como las que han llevado a cabo CaixaBank y Bankia, o la reciente entre Unicaja y Liberbank, vuelven a modificar el mapa de los terminales de toda España y de los gastos asociados por retirar efectivo.
Más compras con tarjeta
Todo lo contrario le está ocurriendo a los terminales con los que los usuarios pueden pagar con tarjeta en todo tipo de establecimientos. El número de TPV (así se denominan técnicamente) disponibles en comercios, bares y todo tipo de negocios se aproxima ya a los 2,1 millones, según los datos del primer trimestre. Supone un 7% más que los contabilizados un año antes.
También aumentan de forma considerable las compras realizadas con tarjeta. Entre enero y marzo se registraron 1.259 millones de operaciones, lo que supuso un 15% más en términos interanuales. Incluso durante la pandemia, a pesar de la nula actividad comercial de muchas semanas, el uso de tarjetas se incrementó a un ritmo del 4% confirmando su auge frente al de una red de cajeros automáticos en claro retroceso para quienes necesitan seguir usando dinero.