La banca cerrará aún más el grifo del crédito tras recortarlo ya desde hace año y medio
El objetivo del banco central es enfriar la economía para reducir con ello la alta inflación, mediante la doble vía de hacer que sea más difícil acceder al crédito y que, al tiempo, disminuya la demanda del mismo por parte de empresas y familias. Está teniendo éxito: el tipo medio de las hipotecas -que suponen el 74% de los créditos de las familias- se incrementó en 2,3 puntos, al 3,436% en agosto, desde diciembre de 2021, cuando la autoridad monetaria comenzó a endurecer su política monetaria. El del resto de los préstamos a hogares se elevó algo más de un punto (al 6,94%). Ello ha impulsado que el saldo de crédito de los particulares haya bajado en torno a un 2%, hasta los 677.354 millones de euros. Con los préstamos a empresas ha sucedido algo similar.
Peor a los hogares
El documento del Banco de España revela que los hogares fueron los que salieron peor parados durante el verano. Así, las entidades endurecieron los criterios de concesión del crédito a las familias de forma «algo más acusada» que entre abril y junio, mientras que la intensidad del ajuste para las empresas fue «similar». También la subida de los tipos de interés exigidos fue «similar o algo más intensa» que en el trimestre anterior para los hogares y «algo más moderada» para las empresas. De hecho, el BCE ha apuntado que el endurecimiento de los criterios para conceder una hipoteca fue «especialmente» pronunciado en España dentro de las cuatro grandes economías del euro. Es decir, mayor que en Alemania, Francia e Italia.
En general, los bancos rechazan cada vez más solicitudes de crédito debido al aumento de los riesgos de impago que perciben, su menor tolerancia a asumir dichos riesgos y, en menor medida, al deterioro de su liquidez. Paralelamente, la demanda de préstamos se redujo en verano «de forma generalizada» y de forma «más intensa» que entre abril y junio, principalmente por el aumento de los tipos exigidos. En el caso de las empresas, también influyeron las menores inversiones previstas, mientras que en el de los hogares incide la «menor confianza de los consumidores, el mayor uso de los ahorros y las peores perspectivas sobre el mercado de la vivienda«.