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Ojo a la hora de financiar compras: te puede costar un 50% más en función del método de pago que elijas

Ojo a la hora de financiar compras: te puede costar un 50% más en función del método de pago que elijas

En una época marcada por la comodidad, accesibilidad y rapidez, la financiación de compras o pago a plazos se ha convertido en una opción popular para los consumidores que buscan adquirir bienes y servicios sin desembolsar una gran cantidad de dinero de inmediato. Sin embargo, como con cualquier decisión financiera, hay consideraciones que se deben tener en cuenta.

La financiación ofrece flexibilidad al distribuir el coste total de una compra a lo largo del tiempo, lo que permite al consumidor hacer frente a un pago que tal vez no pueda desembolsar de golpe. Ahora bien, lleva aparejada la condición de que la cantidad en cuestión sea devuelta en un plazo acordado y con unos intereses añadidos. 

La decisión de optar por el pago a plazos puede depender de varios factores y preferencias individuales, pero suele ser durante las temporadas de mayor gasto, como las vacaciones de verano o Navidad, cuando este tipo de operaciones financieras aumenta. 

«Por un lado, el consumidor tiene la necesidad de escalonar sus gastos para que el impacto en su economía familiar sea menor y, por otro, las entidades saben que el consumidor tiene esa necesidad y se lanzan a sacar promociones especiales para que la financiación sea más ventajosa (o, al menos, para que lo parezca)».explica Estefanía González, directora de Comunicación y Contenido de Kelisto.

En este sentido, González señala que hay ciertos elementos que se deben sopesar: «El más importante es el coste de esa financiación, es decir, los intereses que nos van a cobrar (el TIN o Tipo de Interés Nominal) y las comisiones, que junto al TIN nos permitirán averiguar el coste real de la operación, es decir, la TAE (Tasa Anual Equivalente). Estas cifras son las que nos van a permitir saber si estamos ante una opción cara o barata para financiar nuestras compras».

En este sentido, González señala que hay ciertos elementos que se deben sopesar: «El más importante es el coste de esa financiación, es decir, los intereses que nos van a cobrar (el TIN o Tipo de Interés Nominal) y las comisiones, que junto al TIN nos permitirán averiguar el coste real de la operación, es decir, la TAE (Tasa Anual Equivalente). Estas cifras son las que nos van a permitir saber si estamos ante una opción cara o barata para financiar nuestras compras».

La urgencia o rapidez con la que necesitamos el dinero, la vinculación que estamos dispuestos a asumir (si nos importa o no tener que cambiarnos de banco y llevarnos nuestra nómina, por ejemplo), la cantidad que necesitamos, la forma de devolver la deuda y si existen ventajas asociadas a la financiación son otros de los aspectos a considerar.

¿Préstamo o tarjeta de crédito?

Entre las distintas fórmulas de financiación hay dos que se posicionan como las más utilizadas por los usuarios: los préstamos y las tarjetas de crédito. La principal diferencia es que de media, los primeros cobran la mitad de intereses (7,5% TIN) que las tarjetas de crédito (15,7% TIN), según datos de Kelisto, aunque los plásticos son mucho más flexibles.

Para elegir una opción u otra conviene conocer sus ventajas e inconvenientes, para lo que González establece lo siguiente:

Principales ventajas e inconvenientes de las tarjetas de crédito

– Inmediatez: si ya tenemos una tarjeta de nuestro banco, la financiación es inmediata, ya que podemos ir a un comercio y aplazar la compra que hagamos. Si tuviéramos que contratar una nueva, aunque la entidad que la emita hará un análisis de riesgos, este será menos profundo que el que se haría con un préstamo personal, por lo que dispondremos de esa nueva tarjeta en poco tiempo.

– Flexibilidad: las tarjetas suelen tener tres formas de pago (a fin de mes, aplazado y revolving). Cada uno es diferente al otro y, sobre todo, tiene un coste muy distinto y unos riesgos diferentes. Eso sí, disponer de todas estas formas de pago le da mucha flexibilidad al consumidor para poder elegir lo que más le convenga.

– Permite financiar cantidades pequeñas: normalmente, los préstamos personales están pensados para financiar gastos algo elevados, como la compra de un coche, una reforma del hogar, un máster, etc., pero no hay muchas ofertas para financiar gastos de entre 500 y 1.000 euros, rango donde se enmarcan los gastos de las navidades. En cambio, con una tarjeta de crédito sí podríamos financiar sin problema un gasto pequeño.

– Ventajas extra: muchas tarjetas ofrecen descuentos en compras para determinados sectores. Hay que tener cuidado porque si para conseguir el descuento nos obligan a usar el pago aplazado o revolving (los dos más caros) es posible que el descuento no valga la pena, pero esto es algo que no podríamos encontrar en un préstamo personal.

En cuanto a sus desventajas, la más relevante es el coste, que es muy superior al de los préstamos personales. Además, con las tarjetas de crédito, el saldo que ofrecen los bancos no suele rebasar los 3.000 – 5.000 euros, por lo que no estaríamos ante una opción para fraccionar el pago, por ejemplo, de un coche nuevo.

Principales ventajas e inconvenientes de los préstamos

– Su coste: es mucho más bajo que el de una tarjeta de crédito. Según los datos de Kelisto, el TIN (o interés) medio de los préstamos personales es un 52,2% inferior al que aplican las tarjetas de crédito.

 Adecuado para cantidades elevadas: los préstamos personales son idóneos si, por ejemplo, queremos financiar un gran gasto, como la reforma de una vivienda o un coche nuevo.

«Siempre que podamos, lo mejor es recurrir a un préstamo personal, dado que su coste es inferior«, sugiere la experta. Ahora bien, antes de hacer nada, es importante hacer números y analizar las ofertas que hay en el mercado. Así, González apunta que una vez sepamos qué opciones se adaptan mejor a lo que necesitamos será más fácil tomar una decisión adecuada que se adapte a cada perfil y al mejor precio.

En todo caso, las tarjetas solo serían adecuadas para los siguientes supuestos: si se tiene claro que se va a pagar a fin de mes (0% TIN y TAE), ya que de esta forma el usuario se beneficia del coste nulo de la operación; si no se encuentra un préstamo adecuado a la cantidad necesaria y si realmente tienen descuentos que permitan rebajar la factura final de la operación.

Mayores peligros de financiar una compra

A la hora de financiar una compra hay que tener cuidado con los peligros en los que podemos caer. En este sentido, Estefanía González expone que uno de los más arriesgados es usar una tarjeta revolving (estableciendo una cuota fija al mes): «En este caso, no solo nos enfrentaríamos a un elevado interés, sino que, si fijamos una cuota muy baja, es probable que nuestra deuda se alargue muchísimo en el tiempo».

Asimismo, no analizar bien la oferta y su letra pequeña también nos puede perjudicar de forma que «no lleguemos las escoger la mejor oferta para nuestro perfil e, incluso, nos llevemos una desagradable sorpresa si nuestro banco nos cobra por un producto o servicio que no sabíamos que teníamos contratado».

En este sentido, González se muestra convencida en que cada vez hay más cultura financiera. «El concepto de interés es algo que se suele entender bien, aunque no siempre se tenga información suficiente para poder saber si lo que ofrecen es bueno o malo, algo en los que los comparadores podemos serles de gran ayuda», afirma.

No obstante, reconoce que hay otras cuestiones en las que los consumidores sí suelen estar «algo más verdes»: por ejemplo, el tema de las distintas formas de pago que tiene una tarjeta y los peligros que pueden entrañar algunas de ellas, como el pago revolving.

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