El experto destaca, además, la diferencia abrumadora entre las horas de pornografía que consumen los chicos durante su adolescencia, unas mil —«aunque pueden llegar a ser más de 4.000»—, frente a las, con suerte, ocho horas de formación afectivo sexual que pueden llegar a recibir en los centros. Por ahí, por una educación afectivo sexual continuada y desde muy pequeños, adaptada a cada etapa, pasa la solución para revertir esta situación, señalan los expertos.