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El coste de la vida es un 6,1% más caro que hace un año

El coste de la vida es un 6,1% más caro que hace un año

El coste de la vida en enero fue un 6,1% más caro que el año anterior. Así lo ha confirmado el Instituto Nacional de Estadística (INE), que ha publicado este martes los datos definitivos del Índice de precios de Consumo (IPC) correspondientes al mes pasado. El nuevo dato del INE revisa una décima al alza el avance difundido el 31 de enero. 

La escalada en los precios del consumo que se originó el año pasado por una compleja mezcla de factores entre los que destacan las subidas en los precios de los bienes energéticos afecta cada vez a más productos. Sin embargo, la electricidad (un 46,4% más cara que hace un año), sigue siendo el producto que más se ha encarecido de las 199 subclases de bienes que mide el INE.

Así, los bienes dentro de la categoría de Vivienda -en la que se incluye la factura de la luz- eran en enero un 18,1% más caros que el año anterior. No obstante, la presión sobre los precios se ha reducido más de cinco puntos en comparación con el dato de diciembre por la ligera caída en los precios de la electricidad en el mercado mayorista registrada el mes pasado.

El segundo grupo con los precios más disparados es el de Transporte -que engloba diésel y gasolina-, cuya subida se sitúa en el 11,3%, cuatro décimas por encima de diciembre. En este apartado destacan las subidas del gasóleo (25,7% más caro) y de la gasolina (23,1%).

Además, a estos dos grupos de bienes se han sumado en los últimos tres meses los alimentos y bebidas no alcohólicas, que han pasado de registrar un incremento del IPC interanual del 1,7% en octubre del año pasado al 4,8% el pasado mes. Buena parte de los 30 productos que se han encarecido por encima del índice general están dentro de esta categoría. Es el caso del aceite de oliva (30,1%), la pasta (20%), la harina (10,6%), las frutas en conserva (9%) y frescas (8,8%), el arroz (8%), la carne de ave (6,9%), la leche (6,6%), los huevos (6,6%) y el té (6,6%).

La inflación subyacente -un indicador que excluye del cálculo los productos energéticos y los alimentos no elaborados, que suelen tener precios más volátiles- alcanzó el 2,4% interanual, el máximo en casi 10 años. Esta métrica refleja con mayor precisión que el índice general el impacto estructural que está teniendo el alza de precios sobre la economía. 

La clave está en la transitoriedad

Hasta el momento, el discurso oficial de los principales analistas sigue siendo que este episodio de precios altos se moderará a partir de la segunda mitad del año y que será transitorio, aunque cada vez surgen más voces que creen que la inflación ha llegado para quedarse. Por el momento, la Comisión Europea se alinea con la primera de las tesis. En sus proyecciones macroeconómicas para el invierno, el organismo revisó al alza sus previsiones de inflación en 2022 para toda la UE, pero mantuvo la tesis de que el brote será transitorio.

Si la inflación ha llegado o no para quedarse es una cuestión de importancia crucial para el devenir de la economía europea en general y la española en particular. Si trabajadores y empresarios comienzan a asumir que los precios se mantendrán elevados durante mucho tiempo, podrían producirse los conocidos ‘efectos de segunda ronda’ y desencadenarse una espiral precio-salarios. 

En un escenario en el que los precios permanecen altos durante mucho tiempo los trabajadores ejercerán mayor presión para reclamar aumentos en su sueldo que compensen el alza de precios. Estas hipotéticas subidas salariales las asumirían las empresas que, a su vez, podrían reaccionar elevando sus precios de venta para compensar los mayores costes salariales, lo que volvería a añadir presión del lado de los trabajadores para que subieran de nuevo los salarios.

Sin embargo, los indicios que apuntan en dirección a una espiral son todavía moderados. El principal indicador que miran los economistas -los salarios negociados por convenio- reflejaba subidas del 2% hasta el mes de enero en España, todavía por debajo de la inflación promedio del año pasado (3,1%).

No obstante, el Banco Central Europeo (BCE) ya ha allanado el terreno para acometer una subida de los tipos de interés oficiales antes de que acabe el año, como ya hicieran antes la Reserva Federal estadounidense o el Bank of England británico. Las subidas de tipos oficiales son la principal herramienta que tienen los bancos centrales para combatir la inflación, pero vienen con una contrapartida peligrosa: también pueden frenar el crecimiento económico y encarecer los costes que pagan los países por financiarse en los mercados.

En un momento en el que la recuperación económica no está consolidada todavía en Europa, una subida de tipos mal calculada podría torpedear el proceso y provocar una nueva recesión como ya ocurriera en la eurozona en 2011. Además, son varios los analistas que advierten de que subir los tipos no solucionaría los problemas de escasez de gas, la falta de determinadas materias primas y los cuellos de botella en la cadena global de suministros, que son los principales responsables de las subidas de precios.

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