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Fiscalidad y economía circular son claves en la batalla contra el plástico

Son necesarias medidas fiscales eficaces para impulsar el cambio de comportamiento de consumidores y empresas para lograr una reducción del consumo de plástico, que ha desbordado todas las expectativas y se ha convertido en una seria amenaza medioambiental. En la misma línea hay que impulsar decididamente la economía circular. Esta es la opinión de la mayoría de participantes en los Diálogos en La Vanguardia celebrados esta semana para analizar esta problemática.

Al respecto, Leandro Barquín, director de la Fundación Fórum ambiental, afirma que la presión fiscal es clave para obligar al conjunto de la sociedad y del sistema económico a buscar soluciones, a ser más innovadores en la mejora de los procesos de gestión de residuos y a la investigación de nuevos materiales menos contaminantes. “Hay que reaccionar muy rápido ­–dice– porque ya llegamos tarde. La cuestión es si somos lo suficiente responsables y ambiciosos para resolver el problema”.

La legislación que regula el nuevo impuesto sobre el plástico, impulsada por la Unión Europea y que deberán imponer todos los Estados miembros, tendría que incluir incentivos fiscales que premien a aquellas empresas que utilicen materiales reciclados. En caso contrario, se perderá mucha efectividad, ya que se trasladará al precio de venta de los productos y solucionará pocas cosas. Así lo afirma Alicia García-Franco, directora general de la Federación de la Recuperación y el Reciclaje y vicepresidenta de European Recycling Industries Confederation, las asociaciones que engloban al sector del reciclaje en España y en Europa, respectivamente.

Borja Lafuente Sanz, responsable de Sostenibilidad Iberia de Danone, señala que la fiscalidad sobre los plásticos debe favorecer la transformación de los procesos productivos, enviando señales de inversión y favoreciendo el paso a la plena circularidad. La responsabilidad empieza por las empresas con el ecodiseño para introducir la mayor cantidad posible de materiales renovables y favorecer su reciclaje, y esta responsabilidad recae también en toda la cadena de valor. El problema, a su juicio, es que l impuesto que fija la nueva ley de residuos no se acompaña de un plan o apuesta por crear un mercado secundario de materiales.

Soraya Romero, directora de Sostenibilidad de EMEA del Grupo Iberostar y vocal del comité ejecutivo de la Red Española del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, señala además que, en su opinión, el impuesto sobre el plástico debería tener un carácter finalista y destinar sus ingresos a financiar la investigación y la innovación para evolucionar hacia materiales alternativos, para la construcción de infraestructuras que permitan su correcto reciclaje y, asimismo, para incentivar la recogida de envases.

Para Julio López Rubio, director de Relaciones Institucionales de Ecoembes, no se ha evaluado en profundidad hasta qué punto son eficaces los impuestos verdes frente a los incentivos fiscales. Personalmente cree que las normativas ambientales de gobiernos y administraciones deben ir por delante para impulsar tendencias de cambio, tal y cómo está haciendo ahora la Comisión Europea. En este sentido, opina que la legislación fiscal sobre el plástico, en cualquier caso, debe servir de palanca para fomentar que las empresas eliminen todo aquel plástico que pueda ser prescindible y reducir, de esta manera, su utilización al mínimo indispensable. Asimismo debería contribuir también a que los productos y envases se diseñasen bajo esta misma filosofía.

La aplicación de impuestos e incentivos verdes, a su juicio, debe acompañarse con una plena integración de la educación para la sostenibilidad en los curriculum escolares y con análisis comparativos de ciclo de vida que puedan orientar la aplicación de los impuestos-incentivos según los impactos ambientales de cada material y uso. “De hecho –afirma– antes de aprobarse cualquier medida impositiva medioambiental se deberían realizar los correspondientes estudios que determinarán su impacto económico en el sector industrial y en los consumidores, y evaluar si realmente están contribuyendo a la circularidad de los envases”.

Maria Victoria Castillo, que es Sustainability Lead de McDonalds. también considera que el impuesto sobre el plástico propiciará que las empresas estudien el uso de cada envase y analicen si hay materiales alternativos más adecuados. Pero la legislación fiscal prevista al respecto debe mejorarse y hacerse finalista.

Todos los participantes coinciden con Leandro Barquín, director de la Fundación Fórum Ambiental, en dos cosas: que parece difícil que podamos llegar a vivir en un mundo sin plásticos, ya que tiene muchas utilidades y aplicaciones, pero que es urgente reducir la enorme cantidad de residuos plásticos que se genera en el mundo.

“Los residuos plásticos –afirma– se nos han desbordado, constituyen un problema grave para el planeta, y hay que prevenirlos y reducirlos. Debe acabarse con la exportación de los residuos al Tercer Mundo porque ello agrava el impacto ambiental sobre el planeta”.

La responsabilidad de reducir los residuos plásticos, en su opinión, es de toda la cadena: Administración, empresas y consumidores, pero la primera responsabilidad es del la Administración. “La Unión Europea y los gobiernos no deberían legislar sin contar con la colaboración de todos los agentes implicados. Todos debemos colaborar. Las empresas también pueden hacer mucho más. Los consumidores tienen una gran capacidad de elección y de presión, pero son el eslabón más débil de la cadena”. Pese a ello señala que las empresas deberían informar a los consumidores con mayor transparencia sobre el porcentaje de uso de plástico en sus procesos de producción y envasado.

Todos los participantes coinciden también en que el que el mundo debe aprender a vivir con el plástico de una forma más sostenible mientras no aparezca un nuevo material que pueda sustituirlo. “Lo que está claro –afirma Julio López Rubio, de Ecoembes– es que no podemos seguir igual. Pero las soluciones no son fáciles, ya que cada material tiene sus defectos y virtudes, desde el punto de vista ambiental. El compromiso de evolución sostenible debe involucrar a toda la cadena de valor, trabajar en ecosistemas completos, para permitir la reducción y el reciclaje continuo del plástico, y desde luego estamos en el camino hacia ello”.

También afirma que hay que avanzar en la investigación y desarrollo de los plásticos compostables, biodegradables, y en un diseño ecológico en origen de todos los productos. Las inversiones del fondo Next Generation EU son una oportunidad histórica para impulsar la circularidad de nuestra economía. “Pero debemos tener en cuenta –añade­– que la acción debe ser global y abarcar todos los países para afrontar, por ejemplo, el problema de la basuraleza . En estos momentos hay más de 2.000 millones de personas en el mundo que viven sin sistemas normalizados de recogida y vertido de residuos”.

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