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Ideas para un consumo navideño ecológico

Ideas para un consumo navideño ecológico

El consumismo nunca es ecológico, por eso es un oxímoron hablar de consumo ecológico, especialmente en estas fechas. Pero permitan algunos consejos que al menos pueden ayudar a mitigar nuestro impacto ambiental navideño.

  1. No es necesario que nuestra casa alcance temperaturas adecuadas para hornear un roscón. Es absurdo e irresponsable estar sudando dentro de casa en diciembre. Reduzcamos la calefacción y pongámonos un jersey. Cada grado menos de calefacción significa miles de toneladas menos de CO2, y un ahorro de dinero.
  2. Y, por supuesto, las inevitables luces. Evitemos que nuestras casas añadan luz a la emergencia climática. Muchos LED consumen mucho y, si sumamos las lucecitas de nuestros hogares a las de las calles, esto se nos va de las manos. 
  3. Afortunadamente, ya casi no se utilizan abetos naturales como arbolito de Navidad, lo que nos ahorra tener que rescatarlos de la basura cada siete de enero. Un piso es el peor lugar para un árbol. Cambiarlos por plástico tampoco es una excelente idea, igual que es muy mala idea montar belenes llenos de musgo como si el niño Jesús hubiera nacido en la selva tropical (tengamos rigor: Palestina ya era entonces zona desértica). Existen miles de maneras de adornar nuestras casas sin impacto ambiental, y hacerlo familiar y creativamente con nuestras hijas e hijos utilizando materiales reciclados.
  4. Un excelente regalo de Navidad que podríamos hacernos sería asociarnos a una cooperativa energética, que defiende el ahorro, eficiencia, y producción limpia de electricidad.
  5. Otro gran regalo sería colaborar con las ONG que luchan contra la pobreza y por la justicia social, que es diferente a la caridad.
  6. Otra gran idea es participar en las ferias de trueque, fomentando el intercambio frente al consumismo.
  7. Tengamos en cuenta que la proximidad es un indicador de sostenibilidad. Un producto ecológico que se produce a miles kilómetros de distancia pierde por el camino buena parte de sus virtudes ambientales. Esto se hace especialmente evidente en la agricultura; de poco sirve que una piña, por ejemplo, sea de cultivo ecológico si tiene que recorrer 8.000 kilómetros desde Costa Rica a Vigo. La buena noticia es que tenemos en nuestro entorno cercano decenas de agricultores ecológicos que nos pueden alegrar las comidas navideñas.
  8. Otro producto estrella de las cenas navideñas son los langostinos. Quizás nunca se nos ocurrió evaluar el impacto ambiental de su pesca de arrastre y el impacto ambiental y social de su cultivo en piscinas camaroneras (y también los miles de kilómetros que recorren para llegar a los congeladores del supermercado). Hay mucha destrucción de fondos marinos y mucha deforestación, contaminación química, empobrecimiento de comunidades locales y violaciones de los derechos humanos detrás de esta Delicatessen. Si opta por este manjar busque siempre el que tenga menor impacto ecosocial (no será nunca el más barato), pero tenga en cuenta que un langostino ecológico es otro oxímoron.
  9. Con los mariscos locales solo podemos rogarles que no contribuyan estas fiestas a fomentar el furtivismo, que agota nuestros recursos y empobrece al sector marisquero. Sabemos que en cuanto lleguen los días señalados los furtivos estarán en todas partes con mayor intensidad. No seamos cómplices de esta destrucción. 
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