La banca se ha lanzado estos últimos meses a encarecer las comisiones y a endurecer los requisitos para que los clientes puedan esquivarlas. Un goteo constante que ha repercutido de lleno en las cuentas con nóminas domiciliadas, las de uso más extendido entre los usuarios bancarios.
Ni siquiera se salva los que se autodenominaba de ser el “banco online libre de comisiones”. La filial española de ING, la última en modificar su política de comisiones, ha notificado esta semana a sus clientes que les cobrará diez euros al mes de cuota de mantenimiento si no tienen domiciliada su nómina o si acumulan un saldo superior a 30.000 euros. Se libran de las comisiones los clientes que reciban transferencias de otro banco de al menos 700 euros al mes.
Se convierte así en la séptima entidad en España que penaliza con más de cien euros al año de cuota de mantenimiento a aquellos usuarios menos vinculados. Caixabank y Santander son los bancos con cuotas máximas más altas para este tipo de cuentas básicas con 240 euros anuales. Para la entidad catalana, ha supuesto multiplicar por cuatro la comisión que tenía antes de octubre. El Banco Santander, en cambio, ha unificado su oferta de cuentas y dado un paso más al exigir la contratación de un producto financiero (seguros, planes de pensiones, fondo de inversión, etc.) aparte de domiciliar tres recibos y la nómina.
“Recomendamos muchas veces que es mejor pagar la comisión por servicio bancario que vincularte más por servicios o productos que no necesitas”, explica Patricia Suárez, la presidenta de Asufin.
“Los bancos definen la política comercial en un contexto de alta competencia”, explica José Luis Campuzano, portavoz de la Asociación Española de la Banca (AEB). Campuzano defiende que los servicios financieros “tienen un coste” y que “es importante hacer que se conozca ese coste”. “La rentabilidad”, añade, “es precisamente para que se pueda mantener ese servicio y mejorar a lo largo del tiempo”. Según un estudio de la consultora Deloitte de 2018, España es el segundo país más barato de Europa en la prestación de servicios bancarios básicos solo por delante de Reino Unido. El precio es un 58% inferior a la media de países analizados en ese informe.
El peso de los ingresos por comisiones para la banca, en cambio, no dista de ser tan diferente: equivalen a una tercera parte de los ingresos para la banca en Europa, mientras que para las entidades españolas suponen una cuarta parte, según fuentes del sector.
La banca pretende maximizar sus ingresos con un horizonte de rentabilidad más difuso. El entorno de tipos de interés ultrabajos en todo el mundo tiene visos de prolongarse varios años más, especialmente en la zona euro. Las condiciones crediticias ya comenzaron a deteriorarse a finales del año pasado, pero la crisis del coronavirus ha ahondado esta tendencia y dejado tocada esta fuente ingresos para las entidades: el ahorro renueva mes a mes sus máximos históricos, el crédito hipotecario (del que más dependen los bancos españoles) se ha frenado en seco y en el año 2021 se avecina curvas con incrementos “significativos” de la tasa de mora en varios de sus mercados, como ya ha advertido en reiteradas ocasiones el Banco de España.
El banco debe trasladar de forma expresa a sus clientes que va a cambiar la política de comisiones que afecta a los productos y servicios que tenga contratados con al menos dos meses de antelación. Posteriormente, el usuario dispone de un mes para decidir si acepta esas nuevas condiciones: el silencio se interpreta como ‘visto bueno’ por parte del consumidor. De hecho, los ‘tempos’ y los términos en los que se aplican las comisiones son ahora cada vez más objeto de estrecha vigilancia por parte de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia, según fuentes financieras.