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Medicamentos falsos en la red: grave riesgo para la salud

Medicamentos falsos en la red: grave riesgo para la salud

Hace unos años, en internet podíamos comprar poco más que electrónica y productos turísticos. Hoy, ropa, coches, viviendas y hasta comida son accesibles en la red. Este movimiento imparable propició que el sector farmacéutico también se sumara a este fenómeno, introduciendo sus productos en la red. Pero este último movimiento requería de un especial mimo, pues estamos hablando de un producto, el medicamento, que tiene incidencia directa en la salud de los ciudadanos.

El mercado de las falsificaciones

La falsificación de medicamentos puede llegar a ser 10 veces más rentable que la venta de heroína, y en algunos casos hasta 20 veces más rentable que el tráfico de cocaína. Esta espectacular rentabilidad está detrás de la creciente presencia de medicamentos falsos en nuestro país. Por ejemplo, el número de medicamentos ilegales sobre los que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) realizó informes técnicos en España pasó de 1.119 en 2010 a 2.416 en 2019. Más del doble en algo menos de una década.

Desde, lo más básico, las mascarillas, hasta los antivirales, pasando por las vacunas. Productos que, en países con férreos controles y dentro de la Unión Europea, es mucho más difícil que entren en el canal farmacéutico pero que campan a sus anchas en Internet. Así consta en un informe del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF), publicado hace ahora un año. Clásicos como las pastillas contra la disfunción eréctil, el tabaquismo, la obesidad, los trastornos del sueño o los anabolizantes, siguen encabezando el ranking de más buscados y, casi siempre, son falsos. Con datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), de 2021, durante ese año se llevaron a cabo un total de 466 actuaciones en relación a medicamentos ilegales.

Un asunto muy grave

Si compramos un perfume o una prenda de ropa falsa, estamos favoreciendo un sistema que provoca enormes pérdidas económicas y favorece abusos a quienes fabrican esos productos en terceros países, normalmente en vías de desarrollo. Pero comprar medicamentos falsos supone un riesgo directo, no ya para nuestro bolsillo, sino para nuestra propia salud.

En primer lugar, por la pérdida de eficacia en el tratamiento de las enfermedades a las que se destinan, cuando la copia presenta una ausencia total o parcial del principio activo que realmente es lo que nos cura, dando lugar a fracaso terapéutico y problemas en el control de la patología. Por ejemplo, un estudio sobre las repercusiones del uso de antibióticos de calidad subestándar y falsificados en el tratamiento de la neumonía infantil (de 0 a 5 años), encomendado por la OMS a la Universidad de Edimburgo y publicado en 2018, muestra que hasta 72.430 casos de niños fallecidos por neumonía a nivel mundial se podrían atribuir al uso de antibióticos con baja actividad antibiótica, mientras que si los antibióticos presentaran una ausencia total de actividad se alcanzarían las 169.271 defunciones (OMS, 2018).

Pero, además, se pueden producir intoxicaciones, si presenta impurezas o sustancias tóxicas, como, por ejemplo, talco, tiza o pinturas industriales o si contiene un principio activo incorrecto. Y tampoco nos lo inventamos: en la República Democrática del Congo, en 2015, murieron 11 personas y 930 tuvieron que ser ingresadas tras ingerir diazepam falsificado, habida cuenta de que los comprimidos realmente contenían haloperidol, que había sido envasado como diazepam.

Así, la problemática de la falsificación de medicamentos afecta a todos los países con independencia del nivel de desarrollo económico (el 56% de los incidentes se registraron en países en vías de desarrollo y el 44% restante en países desarrollados) y a todas las categorías terapéuticas, estimando que ha afectado al menos a 7.200 pacientes y se ha relacionado con más de 3.600 fallecimientos; pero otras estimaciones apuntan a cifras muy superiores si se consideran los medicamentos de calidad subóptima.

La situación en España

En realidad, si hablamos de la venta de productos falsos en internet, no tiene mucho sentido cerrar el espacio a un país concreto. En España, como en cualquier otro lugar del mundo, podemos acceder a medicamentos falsos con toda facilidad. Pero, si tenemos una red de farmacias extensa y un sistema sanitario que tiene la universalidad como uno de sus grandes pilares, ¿por qué comprar medicamentos falsos?

Según los expertos, hay dos razones fundamentales: una, que el precio del medicamento “original” sea alto y no esté cubierto por la Seguridad Social. Otra, el pudor que, sobre todo para los hombres, supone el reconocer que se padecen determinado tipo de problemas, como los problemas de erección, pudor que ha convertido a la viagra falsa en uno de los medicamentos más falsificados, hasta el punto que Pfizer, el laboratorio que la fabrica, reconoce que el 80% de la viagra que se vende en internet es falsa.

Pero no debemos suponer que el riesgo de comprar medicamentos está sólo en adquirirlos falsificados. Hay que recordar que, en nuestro país, la venta de medicamentos online está permitida, siempre y cuando se cumplan unos requisitos muy concretos, recogidos en una norma que está en vigor desde el año 2013:

  • Sólo está permitida la venta de medicamentos no sujetos a prescripción médica, quedando prohibida la venta por procedimientos telemáticos de medicamentos sujetos a prescripción médica.
  • La venta de medicamentos no sujetos a prescripción médica a través de Internet únicamente la pueden realizar farmacias abiertas al público, legalmente autorizadas y que figuren en el listado publicado por la autoridad competente (https://distafarma.aemps.es).
  • La venta debe ser directa desde la farmacia, con intervención de un farmacéutico responsable de la dispensación y sin intermediarios.
  • Los pedidos se realizarán directamente a la oficina de farmacia, a través del sitio web habilitado al efecto por ésta.
  • El transporte de los medicamentos desde la farmacia dispensadora hasta el domicilio indicado por el usuario será responsabilidad de la farmacia.

Una de las diferencias que encontramos entre la venta de medicamentos falsos y los que no lo son, pero son vendidos por personas que no están autorizadas, es que, en este segundo caso, podemos encontrarlos en establecimientos online que son más que conocidos y están perfectamente habilitados para vender todo tipo de productos; excepto medicamentos, claro.

En este sentido, desde la Unión de Consumidores de Extremadura denunciamos hace unos meses, junto con el Consejo de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Extremadura, la venta de test de embarazo ilegales en establecimientos que, además, no estaban autorizados para ello.

Como decíamos, desde hace años, la venta online de las especialidades farmacéuticas publicitarias (EFP), medicamentos no sujetos a prescripción médica, y algunos productos sanitarios está permitida, pero siempre que se realicen a través de farmacias debidamente registradas y autorizadas para vender a través de internet.

Entre estos productos sanitarios, se encuentran los llamados “test de autodiagnóstico”, siendo los más populares los que detectan la infección por COVID-19 y los de embarazo. La propia Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), en su página web, indica a la población que adquiera únicamente los test de autodiagnóstico a través de las oficinas de farmacia o de sus web.

Por eso, UCE denunció la venta online de test de embarazo que no cuentan con el marcado CE y que, por tanto, no pueden asegurar en absoluto que hayan cumplido la normativa de seguridad y eficacia de la que nos hemos dotado en la Unión Europea.

Esta infracción supone un grave riesgo para el consumidor, pues está utilizando un test de autodiagnóstico que, en ningún caso, puede garantizar la veracidad de los resultados y, en consecuencia, se pueden tomar decisiones importantes basadas en evidencias que no tienen ningún respaldo científico.

Conclusión

Internet nos ha abierto un mundo maravilloso, en el que, desde nuestro sofá podemos acceder a un universo de posibilidades. Pero toda cara tiene su cruz, y una de las más claras es la posibilidad de comprar en la red productos cuya venta está vetada en nuestro país.

En este sentido, podemos encontrar dos tipos de problemas bien distintos: la compra de medicamentos falsos o la de medicamentos, que, siendo perfectamente legales, se venden fuera del circuito debidamente autorizado.

Este fenómeno creciente es un gravísimo peligro para la salud pública. Por ejemplo, hace unos meses se desarticuló una red en España que importaba medicamentos desde Malasia, declarándolos falsamente como complementos alimentarios y plantas naturales, para sortear los controles aduaneros. Los productos eran comercializados posteriormente como vigorizantes 100% naturales, cuando en realidad se trataba, como ha quedado constatado en distintos análisis, de potentes fármacos como el tadalafilo y el sildenafilo, destinados al tratamiento de la disfunción eréctil, que tomados sin supervisión médica pueden provocar infarto de miocardio, angina inestable, arritmia ventricular, palpitaciones, taquicardias, accidente cerebro vascular e incluso muerte súbita.

Por otra parte, en muchas ocasiones, el medicamento comprado en webs ilegales se recibe con un etiquetado o un prospecto en otro idioma, o sin ningún tipo de prospecto o información que lo acompañe. Esto incide directamente en la eficacia y seguridad del tratamiento, ya que disponer de una información evaluada por las autoridades, conforme con las características conocidas del medicamento, es un elemento esencial para hacer un buen uso del mismo.

Es frecuente que en muchas de los sitios web que venden ilegalmente medicamentos se vendan libremente medicamentos que necesitarían receta. La venta sin receta de medicamentos que la necesitarían supone también un riesgo para la salud de los consumidores. La prescripción asegura que el paciente ha sido examinado por un médico cualificado que ha realizado un diagnóstico, ha evaluado la necesidad del tratamiento farmacológico, su adecuación al paciente y le ha informado debidamente sobre el mismo.

La farmacia es la mejor barrera contra los medicamentos falsificados. El farmacéutico que está al frente de la misma actuará como garante de la calidad, seguridad y eficacia de los tratamientos farmacológicos.

Las autoridades sanitarias tienen, por tanto, un doble trabajo. El control exhaustivo de estas redes y la formación de la población, para que evite caer en esta trampa.

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