Queso extranjero se vende legalmente como español tras su corte o loncheado: ¿fraude al consumidor?

«Consume como quieras, pero infórmate antes y valora las consecuencias de premiar el engaño», ha denunciado José Armando Tellado, CEO de Capsa Food, a través de su cuenta de LinkedIn, tras conocerse los datos de importación de quesos extranjeros que después se etiquetan como españoles.

«Las más de 51.000 toneladas importadas en los dos primeros meses del año suponen un máximo histórico», ha explicado. El problema es que los quesos importados, procedentes sobre todo de Francia y Portugal (también de Países Bajos y Alemania), se venden en España como si fueran españoles.

Román Santalla, responsable del sector lechero de UPA, la matriz estatal de Unións Agrarias, y secretario de la Interprofesional Láctea, en declaraciones a Campo Galego ha enfatizado la importancia del etiquetado de origen para evitar el fraude. «El etiquetado del origen de la leche, iniciado a partir de la crisis de precios del 2015-2016, dio muy buenos resultados. La leche que se vende hoy es básicamente de origen español, porque nadie quiere cogerse las manos diciendo que está vendiendo leche francesa”, asegura.

Por ese motivo, aboga por una solución idéntica en el caso de los quesos, dado que «hay una valoración creciente de los productos de proximidad por parte del consumidor».

Las queserías españolas, que han visto cómo sus costes aumentaban y no podían trasladarlo a las cadenas de distribución, han recurrido a importar más de 30 cisternas de leche y nata al día, que luego se transforman en quesos, procedente de países como Francia, Portugal, Alemania y Holanda. La llegada de cisternas se ha duplicado con respecto al año pasado, y la importación de quesos ha aumentado un 20%, alcanzando un máximo histórico de más de 51.000 toneladas en los dos primeros meses del año.

Las queserías españolas defienden que carecen de la tecnología y el volumen para competir con las grandes fábricas alemanas y de otros lugares de Europa.

En cualquier caso, es probable que las importaciones prosigan si persiste el alza en el precio de los insumos y los productores no pueden repercutir el alza a los distribuidores. Pero sería conveniente preservar el derecho del consumidor a conocer de dónde proceden los productos que compra.