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Subida de precios del campo a la mesa

Subida de precios del campo a la mesa

La agricultura y la ganadería,  es uno de los sectores estratégicos de Extremadura y de todo el país. Desde hace más de una década, los agricultores y ganaderos, vienen denunciando la generalización en la descompensación de precios, lo que reciben por sus productos, y lo que finalmente paga el consumidor en el mercado.

Los agricultores y ganaderos, exigen una regulación que proteja sus intereses económicos.

Es conocido el gran desequilibrio entre los precios de los alimentos en origen y los que pagan los consumidores cuando los adquieren en el mercado, ¿pero sabemos realmente por cuánto se multiplican?

El coste del agricultor o ganadero al consumidor.

En la última década hemos asistido a un proceso continuado de concentración de la oferta de los productos agroalimentarios debido al papel monopolizador y predominante que juegan las grandes distribuidoras. 

Este fenómeno ha provocado importantes distorsiones entre el precio al que compra el producto el consumidor final (precio de venta al público – PVP) y el precio que perciben los agricultores y ganaderos por el mismo producto (precio de origen).

Un análisis pormenorizado de los datos refleja que los precios de los productos agroalimentarios de primera necesidad (verdura, frutas, hortalizas…),  se ha generado una distancia cada vez mayor entre lo que cobran los agricultores y ganaderos, sector primario inicio de la cadena alimentaria y lo que pagan los consumidores, eslabón final de dicha cadena.

El objetivo que buscamos, es informar a los consumidores de las diferencias que existen entre los precios de los productos en origen y los márgenes que acarrean la distribución, comercialización y puesta en venta de la producción.

Es importante tener una cadena de valor agroalimentaria que esté equilibrada y permita a cada uno de sus eslabones obtener un beneficio razonable, sin que los consumidores se vean perjudicados en el precio que pagan por su compra.

Incremento de precios al consumidor.

Para conocer de primera mano el incremento que sufren las verduras, hortalizas o frutas desde campo al consumidor, hemos solicitado la colaboración del sindicato agrario UPA, con el fin de que nos facilitasen el precio de origen de la lista de productos que publicamos en este informe.

El precio final para el consumidor, lo hemos hallado teniendo en cuenta el precio de cada uno de los productos en cuatro supermercados, obteniendo la media del precio de  cada producto. Si tenemos en cuenta el listado de productos que detallamos en la tabla que adjuntamos, comprobarán que se trata de productos que en ningún caso necesitan manufacturación, va directamente de la recogida del campo a los supermercados.

Tenemos verduras básicas como la lechuga, cebolla, tomate, frutas habituales como la manzana, naranja, nectarina… En que hogar no se utiliza casi  a diario un elemento básico y esencial en la cocina como son los ajos, las cebollas o el tomate, por estos productos los consumidores pagamos el kilo casi un 300% más caros, que lo que recibe el agricultor, es totalmente injusto para el primer y último eslabón de la  cadena.

En las frutas ocurre ídem de lo mismo, frutas tan habituales en los hogares como son las naranjas y las manzanas, sufren un encarecimiento en el precio desde el campo a la mesa del consumidor de más del 300%.

Como se aprecia en los datos, el precio de los productos agrícolas en Extremadura se multiplican hasta por cuatro en su viaje del campo a la mesa. En promedio, el consumidor paga en los supermercados y comercios tradicionales un 350% más de media que la cantidad que perciben al vender su frutas y hortalizas los agricultores

La factura de las verduras y hortalizas se encarece después de pasar por numerosos eslabones en la cadena de distribución. Aumentos de precio que varían en función de numerosos factores y son mucho mayores en unos productos agrícolas que en otros. 

¿Y cuáles son las causas de estos desequilibrios? Una de las principales causas, es el juego de la oferta y la demanda, una regla comercial que favorece a determinados intereses económicos del sector de la distribución, concentrado en pocas manos.

En la configuración del precio de estos alimentos frescos, intervienen diferentes agentes, y cada cual se lleva su porcentaje de beneficio en la cadena alimentaria. Todo parte de unos márgenes mínimos para los agricultores, que en muchas ocasiones se queda por debajo de costes.

La solución al problema es muy complicada, ya que según apuntan los diferentes expertos, las alternativas al sistema de distribución son difíciles por la fragmentación del sector. Ni siquiera la legislación ha podido mejorar el funcionamiento del establecimiento de los precios de los alimentos. 

Esta situación en la que nos encontramos, con una “subida desorbitada de precios” en los alimentos básicos, ha sido repetida periódicamente en España desde hace décadas, pero sin embargo, exige ser corregida de una vez por todas, porque sólo así España conseguirá aproximarse a los resultados medios de la inflación en la Unión Europea, con el consiguiente efecto sobre la competitividad de nuestra economía y el bienestar de productores y consumidores. 

Ley de Cadena Alimentaria.

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha anunciado el pasado mes de marzo ante el Pleno del Congreso que aprobará un proyecto de ley para completar los cambios ya aprobados en la Ley de cadena alimentaria para atender la situación del campo, y que permitirá transponer la directiva europea de prácticas desleales.

Según el Ministro esta modificación permite reequilibrar la relación de fuerzas en la cadena, mejora la transparencia para fijar los precios y también la posición negociadora del productor.

Entre las medidas incluidas en el decreto ley, Planas ha celebrado que se obliga a incluir el coste de producción, para indicar expresamente el coste pactado, prohíbe la venta a pérdidas, regula promociones comerciales de los productos del campo, da publicidad a las sanciones y, además, las endurece.

¿Qué puede hacer el consumidor?  El consumidor no tiene ninguna responsabilidad por la diferencia de precios de los productos que hay en el campo o en la cesta de la compra. Es más, los precios de la alimentación que paga el consumidor no son bajos. 

No obstante, los consumidores podemos contribuir a que el mercado cambie, tan sólo con pequeños gestos. 

Hoy por hoy, los consumidores están más comprometidos que nunca con la alimentación, no sólo en que está sea sana y variada, sino también en relación a su sostenibilidad, entendiendo está por la procedencia, el origen de los alimentos, así nos lo manifestaban los extremeños en el último barómetro de consumo de marzo de este año. También apuestan por la compra de proximidad, ya que los supermercados y mercados de barrio son opción de compra más habitual en nuestra región.

Por estos motivos recomendamos a los consumidores que apuesten por productos de cercanía siempre que sea posible, recodar que es obligatorio indicar en los productos frescos (frutos, verduras, hortalizas, carnes, pescados…) la procedencia. Comprar alimentos de temporadas, son más económicos y proceden de nuestra agricultura. Continuar comprando en el  comercio local,  nuestras tiendas de barrio y canales cortos de comercialización.

Entre todos los eslabones de la cadena, conseguiremos un equilibro justo en la cadena de la alimentación.

 

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