El objetivo de que el etiquetado de los alimentos sea más preciso e incluya más información nutricional y sobre el origen de las materias primas o el bienestar animal se observa con buenos ojos desde el sector agroalimentario, que insiste en que tiene que ir acompañado de una formación adecuada de los consumidores.
En el ámbito europeo, estrategias como “De la granja a la mesa”, de la Comisión Europea, buscan incentivar etiquetados entre los productos procedentes de animales tratados con estándares de bienestar animal, así como un etiquetado frontal obligatorio en el que se incluya un código de colores para informar de los valores nutricionales.
Todas estas iniciativas van encaminadas hacia un etiquetado armonizado, a alcanzar en los próximos años, que permita a los consumidores optar con más facilidad por alimentos saludables con un sistema unificado.
En España, el Gobierno promueve implementar el sistema de etiquetado “Nutriscore” en alimentos y bebidas de forma voluntaria, una estrategia basada en un sistema de colores similar a un semáforo (verdes, amarillos y rojos) y notas de la “A” a la “E” que busca facilitar al consumidor distinguir entre los productos más o menos saludables entre la oferta de la misma categoría de producto.
Sobre todas estas iniciativas, desde el sector primario, la técnica del departamento de sostenibilidad, calidad e innovación de Cooperativas Agro-alimentarias, Susana Rivera, explicaque las reciben con mente abierta, ya que, cuanto más informado esté el consumidor, “más positivo es para ellos”.
Sin embargo, especifica que todavía quedan aspectos a reforzar, como la declaración del origen del producto (como la polémica con el etiquetado de la miel, que no especifica la proporción de los países que aportan materia prima al producto final), la calidad nutricional, el bienestar animal o la sostenibilidad.
Sobre el etiquetado nutricional basado en pocas categorías, Rivera pide que los colores no sean discriminatorios, ya que un producto “no es tratado individualmente, es parte de una dieta”.
Asimismo, recalca que el sistema Nutriscore, que se está implementando en España a pequeña escala, no contempla todos los nutrientes que puede tener un producto, por lo que defiende que se incluyan más parámetros en la clasificación por colores y letras.
Rivera sí reconoce que una vez incluidos los parámetros necesarios, “si se hiciese obligatorio sería más útil”, aunque alega que es difícil de aplicar en todos los Estados miembro para una correcta armonización, que debe ir acompañada de medidas que fomenten la sostenibilidad económica de los productores para alcanzar dichos estándares.
La valoración general que realiza es que estos cambios son positivos y pueden ayudar a informar al consumidor, pero estos deben ir acompañados de la educación que lo complemente. “Tiene que ir acompañado de una buena campaña de comunicación y de formación del consumidor”, resume.
Desde la industria, el director de Política Alimentaria, Nutrición y Salud de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), Enrico Frabbetti, defiende que el etiquetado “está muy regulado ya”, aunque “todo es susceptible de mejora”.
Sin embargo, estas modificaciones futuras afrontan un “panorama complejo” con un proceso largo, al depender en gran medida de decisiones que han de partir de la Unión Europea.
Frabbetti aboga por un etiquetado sencillo que no “sobreinforme” al consumidor, que puede encontrar información adicional en las plataformas de la marca que los procesa si las empresas hacen la apuesta adecuada.
Asegura que todavía hay pequeñas y medianas empresas del sector que todavía no se han digitalizado por su localización o situación económica, pero ve en esta tendencia el futuro de la información alimentaria.
Coincide en que la clave de toda esta información, que será añadida a futuro en las etiquetas, ha de ir acompañada de comunicación, para que la gente entienda lo que está leyendo.
Por otra parte, hay quien considera que el etiquetado actual es claramente insuficiente y por eso apoyan la implantación de las modificaciones.
Además que el tamaño de la letra “sigue siendo pequeña” en algunas etiquetas y “eso hay que mejorarlo” por medio de la reducción de publicidad en los envases, que muchas veces puede ser una distracción de la información que el consumidor necesita para comprender la composición y características del producto a comprar.
Se defiende también la implantación del sistema Nutriscore, “una herramienta que permita a los consumidores entender de forma sencilla”, ya que, “a la hora de educar al consumidor, es más fácil educarle sobre un contenido homogéneo”.
Respecto a las normativas europeas, se recuerda que “es ambiciosa” pero tiene “unos plazos” y, aunque traiga mejorías, todavía quedarán cuestiones pendientes, como los perfiles nutricionales.