¿Cuántas veces has comprado algo mientras una voz en tu cabeza te decía que no era buena idea? A veces el bolsillo no da para más, y aun así, nos dejamos llevar por la tentación de recurrir a una de las muchas formas de crédito que nos ofrece el mercado. Aunque, esta vez, es algo diferente: la factura del covid ha hecho mella en muchos hogares españoles que se han visto obligados a endeudarse por encima de sus posibilidades. Despidos, expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) o, simplemente, un ajuste en la nómina que complica la llegada a fin de mes. Muchos hogares ya estaban apretándose el cinturón antes de la pandemia por la desaceleración que estaba sufriendo el país; ahora, el virus ha rematado la delicada situación económica que ya vivían.
En este escenario, ¿cómo evitar el sobreendeudamiento? Hay que fomentar la educación financiera, pero “desde luego no es una herramienta única, tiene que ir de la mano de otras medidas regulatorias”, afirmó Fernando Tejada, director de Conducta de Entidades de Banco de España (BdE) durante una mesa redonda organizada por El Confidencial y Asufin, en el marco del programa ‘Sobreendeudamiento en tiempos de covid-19’, subvencionado por el Ministerio de Consumo. En ella también participaron Patricia Suárez, presidenta de Asufin; Matilde Cuena, catedrática de Derecho Civil de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y José María López, miembro del equipo de trabajo del proyecto Edufinet.
El covid-19 ha contribuido a que el ahorro de las familias se acentúe en nuestro país, donde esta cultura todavía no está del todo asentada. El Banco de España reveló que los depósitos subieron un 13,5% hasta julio. “En tiempos de covid hemos visto que mucha gente que estaba llegando a fin de mes ha empezado a tener problemas enseguida, y esto es porque hacemos lo que no se debe hacer, ahorrar en tiempos de crisis y gastar como locos el resto del tiempo”, lamentó Patricia Suárez. Es importante tener un presupuesto, saber cuáles son tus ingresos y en qué los estás gastando. Es una de las máximas para prevenir el sobreendeudamiento. Pero no se está haciendo así: “La gente con dificultades está acudiendo a préstamos más costosos, más fáciles y más rápidos, y están llegando a situaciones de las que les resultará complicado salir”, alertó la presidenta de Asufin.
Para muchos, no hay otra opción. Los ingresos han caído y no dan más de sí. De hecho, el 24% de los españoles tuvo que pedir dinero prestado para afrontar el confinamiento y el 64% confesó tener menos ingresos que antes de la crisis, según el informe Europeo de Pagos de consumidores elaborado por Intrum. “Hay una cantidad de ahorro enorme, pero no es un ahorro sano, es un ahorro del miedo que obedece a circunstancias particulares”, apuntó José María López desde Edufinet, a lo que añadió que “el endeudamiento en sí es una herramienta útil, lo malo es el sobreendeudamiento. Es lo que hay que evitar”.
¿Cómo lograr entonces que las personas tomen decisiones prudentes de financiación? Repartiendo educación. Sin embargo, esto es insuficiente frente a un marketing agresivo de préstamos y un acceso demasiado «fácil» al dinero rápido, según Matilde Cuenca, catedrática de la UCM: “Los prestamistas saben bien los sesgos cognitivos del consumidor, que es optimista y piensa más en el presente que en el futuro. No hay consumidor que se endeude de manera irresponsable si no hay un prestamista que preste de manera irresponsable”, reprochó. En países como Estados Unidos o Canadá existe “una segunda oportunidad” para que personas insolventes puedan acceder al préstamo, pero tienen que superar un test obligatorio para certificar que tienen ciertos conocimientos financieros. ¿Funciona? Según algunos estudios universitarios de estos países, no: se demostró que casi un 85% reincidía, es decir, volvían a sobreendeudarse.
La educación financiera de la población y la supervisión de la conducta de las entidades son dos caras de la misma moneda porque “son herramientas complementarias. Hay que modificar la conducta de las entidades hacia sus clientes, pero al mismo tiempo hay que corregir ese sesgo cognitivo del consumidor”. Por eso en la educación financiera no hay resultados a corto plazo, porque supone cambiar hábitos muy arraigados en la sociedad, según Tejada.
Para los ponentes la regulación y la supervisión de los prestamistas juegan un papel esencial. Pero hay que dejar claro que en el mundo del crédito no todos tienen la misma regulación (entidades bancarias y no bancarias), “por eso también es importante saber con quién te endeudas, porque la resolución de los conflictos no será igual”, añadió el director de Conducta de Entidades de BdE. En línea con el marco regulatorio general, López señaló que la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera existe, y que, si se aplicara, no llegaríamos a ese sobreendeudamiento público.
Respecto a la mala praxis en publicidad, muchas veces las decisiones de los consumidores se precipitan por unas herramientas publicitarias “muy bien pensadas”, reflexionó Tejada. En esta línea “estamos introduciendo la supervisión de publicidad como un elemento adicional de la supervisión de conducta. Es un campo en el que hay mucho por andar”. El supervisor acaba de publicar una norma nueva sobre publicidad y servicios bancarios, y en poco tiempo, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lanzará otra.
En relación a los problemas que esto desprende, desde Asufin han acudido a la consulta pública de la CNMV para proponer que se active un registro: “Deberíamos tener un recopilatorio de la publicidad, de lo que nos han vendido, cómo nos lo habían vendido y lo mal que nos lo han vendido, porque luego es difícil recuperar el papel donde solo enseñaron lo bueno”.
Matilde Cuena consideró que para que esto se solucione, el coste reputacional para las entidades financieras al llevar a cabo actuaciones irregulares «tiene que ser potente». En la otra cara de la moneda, la catedrática situó el coste reputacional del cliente, que también debería existir: “Aquí solo se excluye al moroso, al que ya ha incumplido, pero no se excluye al que está sobreendeudado”, porque explicó que ese dato es fácilmente ocultable: “Hoy puedo ir a una plataforma de préstamos (que son entidades no declarantes), sobreendeudarme y después ir al banco a pedir un préstamo, que desconocerá este dato”.
“Es una aberración que las parejas jóvenes piensen en hipotecarse cuando van a vivir juntos”. Así de rotunda se mostró la presidenta de Asufin. Para ella, los jóvenes han aprendido a base de ensayo y error. ¿Cómo mejorar? Introduciendo educación financiera con más intensidad en colegios e institutos. Hay que tener herramientas básicas: saber qué es una cuenta de ahorro, qué significa hipotecarse o qué significa que valoren tu solvencia, según Suárez: “A la asociación llega gente que se queja porque no les conceden un crédito, perolas entidades tienen razón, no pueden dárselo”. Patricia Suárez explicó que cuando la banca endurece las condiciones de crédito lo hace bien, porque lleva a cabo ese ejercicio que nosotros no hacemos: cuánto tienes, cuánto ganas y cuánto puedes gastar.
La Encuesta de Competencias Financieras que lleva a cabo el BdE junto a la CNMV reveló que cuatro de cada diez españoles no conocen el concepto inflación, alcanzando el 51% en jóvenes de entre 18 y 24 años. “Cuando se pregunta por la inflación, las personas de mayor edad lo han vivido y lo saben. Esto demuestra que no todo es formar, también hay que vivirlo”, dijo el miembro del equipo de trabajo del proyecto Edufinet, que también puso sobre la mesa las competencias “tan bajas” que tienen los jóvenes en compresión lectora y matemáticas, según los resultados del informe PISA 2018: “Si no sabes esto difícilmente vas a entender lo bueno y lo malo del interés simple y compuesto”, aseguró.
Desde el Banco de España, Fernando Tejada se mostró positivo afirmando que “muchos profesores ya imparten educación financiera como una competencia transversal y no como una asignatura, porque algunos estudios internacionales ya han demostrado que este no es el mejor camino”.
Pero»hay que predicar con el ejemplo», según la catedrática de la UCM: “El primero que debería recibir educación financiera es el Estado, que está gastando más de lo que ingresa constantemente”. Cuena opinó que la solución pasa por introducir medidas públicas para el consumo y salarios más dignos: “Es imposible que se siga consumiendo con unos sueldos tan bajos si no es a través del crédito”. Necesitamos activar el consumo, pero ¿cómo hacerlo con la mitad de la población en paro? “El Estado tiene que ayudar a través de cheques para viajes o para hacer turismo, por ejemplo, y no a través del crédito. Casi se ha obligado a las entidades a dar liquidez a gente que no puede devolverlo, esto es el mundo al revés”, lamentó la catedrática.
Ni siquiera en este contexto de crisis se está recurriendo al asesoramiento financiero. “Nos ha sorprendido que en esta situación no haya habido un aluvión de llamadas a los ‘call center’ o a los portales. Creímos que la gente se preocuparía más, y solo estamos recibiendo preguntas puntuales, cortoplacistas y limitadas”, dijo el BdE, a lo que Asufin añadió que “no hay cultura de asesoramiento en España, solo se busca el dinero”. ¿Por qué no predomina el asesoramiento? “Es un elemento cultural. En EEUU el asesoramiento hay que pagarlo, y aquí no estamos acostumbrados”, matizó Edufinet.
Para concluir el debate se puso sobre la mesa cómo la tecnología, que ocupa un lugar esencial en todos los aspectos de nuestra vida, puede jugar un papel fundamental en materia de educación financiera. “De cara a los jóvenes es una oportunidad, porque van a aprender mucho más”, apuntó Patricia Suárez. Pero existen riesgos, como por ejemplo, la cesión de datos en internet. Asufin llevó a cabo una encuesta que reveló que, aunque la juventud conoce los riesgos que implica exponer la intimidad en redes sociales y confían menos en estas que en organismos públicos o entidades bancarias, no tienen problema en seguir publicando estos datos. José María López expuso otro problema relacionado con la población de mayor edad: la exclusión digital por el cierre de sucursales: “Entre todos tenemos que articular una forma para educar y para que estas personas puedan seguir accediendo a servicios financieros útiles”. Aún así, finalizó diciendo que, por supuesto, la tecnología representa una oportunidad más que un problema, y «tenemos un reto que afrontar en este sentido».