El tráfico de anabolizantes crece un 20% y la edad de inicio de consumo baja a los 16 años
«Esteroides en línea de marcas con licencia. Esteroides baratos a la venta. Envíos a todo el mundo». Este es uno de los cientos de mensajes que pululan por Madrid para traficar con anabolizantes. Una epidemia muy peligrosa que se ha convertido en el cuarto negocio ilegal en el mundo, detrás de la prostitución, el narcotráfico y el tráfico de armas. La capital no se queda atrás. «Este negocio ilícito, con la pandemia, se paralizó, pero comenzó a repuntar desde finales de verano y con la reapertura de los gimnasios», explica un mando de la Sección de Consumo, Medio Ambiente y Dopaje de la UDEV Central de la Policía Nacional. Una división que está en la actualidad «muy centrada» en
este tipo de delitos. «Se ha registrado en torno a un 20% de aumento con respecto a antes de la crisis sanitaria. Ahora, desde la Semana Santa y hacia el verano, el consumo sube», explican fuentes policiales. Es la época del «rayado» o de la «definición», uno de los dos tipos de ciclos, a grandes rasgos, que se practican. El otro, el de volumen, se da más en la época de invierno.
Pero lo más preocupante de todo es que, «cada vez, la edad de inicio, es más baja, porque está mucho más extendido el uso de estas sustancias, al no haber una sensación real de lo verdaderamente dañino que es para la salud». Si antes la media de los chavales que empezaban a ciclarse estaba en los 20 o 22 años, ahora se encuentran muchos casos de 16 en adelante: «Esto ocurre ya desde hace tiempo, porque cada vez hay más culto al cuerpo. Se está generando una adicción cada vez mayor, que llega a la vigorexia».
La Comunidad de Madrid está más victimizada por el consumo que por ser el epicentro de las redes de tráfico de anabolizantes de manera excesiva. Pero hasta aquí llega muchísimo del material que se inyectan o ingieren. Que son las dos maneras de suministrarlo: utilizando agujas, en el caso de los éteres y otras mezclas, o en pastillas.
Lo habitual es que estas sustancias dopantes entren por los puestos fronerizos, sobre todo en contenedores o avión, aunque también se dan casos de mercancía que llega por vía terrestre.«De hecho, existen tres rutas, dependiendo del producto y los principios activos», explican en la UDEV Central.
Alto nivel de vida
Los que llegan desde países del Este de Europa, en camiones, son los básicos, como el sustanon (una mezcla de testosteronas inyectables, base de cualquier ciclo, tanto de definición como de volumen), el estanozolol (cuya marca más conocida es Winstrol, quizá el producto estrella o, al menos, el más conocido), el primobolan (utilizado para el corte o pérdida de grasa)… «Son traficantes de toda la vida, con los que contactan españoles, sobre todo gente muy joven y que se dedica al culturismo», explica la Policía Nacional sobre su perfil. Yañaden: «Suelen tener conocimientos informáticos y un alto nivel de vida». Les da para un día a día más que holgado, hasta el punto de que muchos ni siquiera tienen que trabajar.
La segunda ruta es la que parte de Estados Unidos, y la mercancía llega en empresas de paquetería, por avión. En ese país es donde se vivió el auge del culturismo en los años 70 y, desde entonces, el consumo es bastante generalizado.
La otra vía es la de las hormonas del crecimiento, utilizadas en el aumento de volumen y, probablemente, el producto de mayor precio. Llegan desde China, «pero sobre todo son falsas», explican los expertos policiales a ABC.
Provocan la muerte
Y ese es el mayor problema. Porque si las sustancias ya de por sí son muy nocivas (atacan mucho al hígado y al corazón, hasta provocar fallos hepáticos y ataques cardíacos, con la muerte como escenario final), las adulteraciones están a la orden del día. Se compran los principios activos, sí; pero son de ínfima calidad y, además, se mezclan con otros elementos para una mayor ganancia económica, llegando a falsificar marcas, logotipos y cajas.
La Sección especializada de la UDEV Central de la Policía Nacional viene detectando la aparición de laboratorios clandestinos en España. Sobre todo, de hormonas, que realmente son las llamadas ‘marcas fantasía’: «El principio activo lo traen desde China, pero el agua destilada y otros productos con que fabrican las ampollas los adquieren a empresas legales de nuestro país. También los viales, los tapones y los aluminios que los recubren. Todo».
Las ganancias son extraordinarias. «Por ejemplo, con medio kilo de principio activo crean 3.000 viales, y cada uno cuesta entre 20 y 60 euros, dependiendo del producto, de la marca, etcétera. Algunas veces, eso sí, estos esteroides son verdaderos, «pero en el 90% de los casos no»: «Son falsos porque, además, no están autorizados, no son marcas reales y las mezclas suelen hacerlas en las bañeras de sus casas. Nos hemos encontrado viales con pelos dentro, y la gente se pincha eso».
Ganancias del 1000%
En cuanto a la forma de contactar, hay dos vías. Una, a través de internet, utilizando la ‘dark web ’, o mediante empresas de mensajería. Otros también hacen las entregas en mano, por el boca oreja, en los mismos gimnasios, sobre todo los especializados en culturistas e incluso algunos que existen clandestinos. Los ciclos son de diversa duración, desde las seis semanas hasta el año y medio, y dependiendo del tiempo y las sustancias, son más o menos agresivos.
Hay otro elemento novedoso. Las mismas organizaciones del narcotráfico se están introduciendo en el negocio de los anabolizantes. Requieren las mismas medidas de seguridad, pero la penalidad es menor (apenas cuatro años de cárcel) y el beneficio alcanza el 800% o el 1000%. Una barbaridad. Se han convertido en organizaciones polidelictivas. «El año pasado, detuvimos a un sujeto que no aceptaba pedidos de menos de 3.000 euros. Uno normal cuesta 250-300. Tenía dos pisos repletos de anabolizantes. La UDEV está bloqueando millones de euros a cada organización, que está compuesta por unas 15 personas: proveedores (cuatro distintos, dependiendo del producto) y distribuidores (el resto). Los recibe una persona aquí; y luego están los intermediarios, dos o tres, y cada uno tiene otros tantos ‘camellos’.