Llega el cambio de hora: consejos para adaptarte
Adaptar las horas de luz natural al horario laboral para conseguir una mayor eficiencia energética al comenzar la jornada laboral de día y terminarla antes de que se haga de noche, es el objetivo que persigue el cambio de hora, con el que ganamos una hora en otoño –cuando atrasamos el reloj el último domingo de octubre de las 3 a las 2– instaurando lo que se conoce como ‘horario de invierno’ y la perdemos en primavera –al adelantar el reloj el último domingo de marzo– para adoptar el ‘horario de verano’.
En los países de la Unión Europea, el cambio de hora se aplica desde 1974, cuando la crisis del petróleo aconsejó que se empezaran a adoptar medidas para ahorrar energía. En 2001 la UE aprobó una directiva –basándose en un estudio que reveló que el cambio horario tenía ventajas más allá del ahorro económico que suponía un menor gasto de energía, y repercutía también positivamente en otros aspectos como el transporte, las condiciones de trabajo, el estilo de vida, la salud o el ocio–, que unificó con carácter permanente las fechas en las que los miembros deben realizar el cambio horario.
Sin embargo, esta medida parece tener las horas contadas, y es que la Comisión Europea ha propuesto eliminar los cambios horarios en toda la UE, tras la realización de una encuesta en la que participaron 5 millones de ciudadanos, que mayoritariamente (el 84% de los europeos, y el 93% de los españoles) abogaron por derogarlo. La votación definitiva ha de celebrarse antes del 27 de abril, por lo que este podría ser el penúltimo cambio de hora.
El cambio de hora dos veces al año conlleva una alteración del ritmo biológico que puede provocar trastornos del sueño, sobre todo en los niños y los ancianos, los más vulnerables a los cambios de rutina. Las personas que padecen demencias, o problemas neurológicos como migrañas o epilepsia, pueden sufrir un agravamiento transitorio de los síntomas, y a las que habitualmente tienen dificultades para conciliar o mantener el sueño les cuesta más acostumbrarse al cambio.
Los expertos señalan, sin embargo, que los efectos sobre el organismo en el caso de personas sanas son mínimos –pueden sentirse más cansadas de lo habitual, algo desorientadas o con falta de concentración– y que, en unos días –entre tres y cinco–, el ciclo vigilia-sueño suele haberse compensado. No obstante, recomiendan una serie de consejos para adaptarse mejor al cambio de hora y reducir al máximo las posibles molestias e inconvenientes: